domingo, 29 de septiembre de 2013

Día de la Biblia


Este domingo, recibiendo también desde España la visita de Kety, hemos celebrado el día de la Biblia. Una celebración “salvaje” (como se estila decir por aquí cuando es algo que es o ha sido muy bueno). ¡Cuánta alegría, ganas, creatividad y sobre todo encuentro hemos vivido! Siento que era algo que nos hacía falta. Desde hace varias semanas se venía preparando con muchas ganas e ilusión por parte de cada una de las comunidades (CEB). Desarrollándolo a modo de feria y bajo el lema: “La Biblia y la vida van siempre unidas”.

Cada comunidad ha traído preparada la presentación de una de las partes de la Biblia. Por ejemplo, a Valle Dulce, le ha tocado representar cómo nació; y así a otras comunidades otras partes del Antiguo o Nuevo Testamento. Y lo más importante, relacionándolas con problemas, realidades y alegrías que vivimos en la actualidad. Ha sido la continua referencia a la migración entre otros temas de interés; como también la preparación que llevamos del Festival Ecológico, en torno a la reivindicación del cerro Mokorón como reserva natural.


Todo el día ha sido una Eucaristía, desde la feria por la mañana a modo de lectura dinámica de toda la Palabra de Dios a concluir por la tarde con la comunión. Pasando por la comida, la cual también ha formado parte de esta celebración, no como algo independiente y necesario, sino unido a toda la celebración. De hecho se ha recreado el pasaje de la multiplicación de los panes de Jesús, todos/as nos hemos repartido mezclándonos por grupos y compartido lo que teníamos de comida.


Ha sido un día muy bonito para mí, como para todos los que hemos participado, así lo compartíamos al final. Incluso en la paz se notaba alegría y satisfacción de estar todos/as reunidos/as.

Me gustaría reflexionar un poquito sobre qué puede significar la vivencia de la Biblia, no solo en este día, sino en la vida cotidiana. Para lo cual me apoyo parafraseando a Benjamín Glez. Buelta, con el cual coincido y me ayuda a entender mejor mi mismo proceso en este sentido: Para discernir nuestra vida, necesitamos confrontarla constantemente con la Palabra de Dios. La comunidad, especialmente pobre, es un espacio privilegiado para esta lectura. La cual se hace vida y la vida se lee en el Evangelio, como si de un espejo se tratara. Cuando Pedro sana a un tullido decimos: “Palabra de Dios”. Es igual que cuando en nuestra comunidad, o nuestro alrededor, encontramos la alegría de una mujer que mira con esperanza ante las adversidades, el obrero que lucha por la justicia o una señora reparte el poco arroz que le queda, también podemos decir: Palabra de Dios.

De este modo “el pan nuestro de cada día” no es una metáfora, sino una realidad donde no hay provisiones y seguridades de ninguna clase… Cómo ellos, y desde ellos, se entiende mucho mejor el Evangelio. Así leer la Palabra de Dios desde aquí es verla nacer aquí y hoy; es contemplarla diferente y nueva, sorpresiva y encarnada en la palabra y vida de la comunidad. Leer la Palabra de Dios desde aquí es leerla aquí y ahora. Sobre todo con ojos bien atentos y el corazón bien abierto, para ver y sentir la presencia de Dios desde lo pequeño, y a veces por qué no, lo insignificante. Parece que así son las cosas de Dios. De este modo, la Biblia, la Palabra, ya no es un libro más para agarrar polvo en un estante, sencillamente es Vida nuestra de cada día.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Queque


No hay fiesta que se precie sin queque (pastel), más si es de cumpleaños. Me ha llamado la atención, desde que estoy aquí, cómo algunas personas me han contado que desde que eran pequeñas nunca se les celebró el cumpleaños. Nunca tuvieron un queque. Siendo así que cuando ya fueron adultos, y se les celebró por primera vez, sintieron una gran alegría… llegando hasta abrazar el queque en sus brazos entre lágrimas de emoción y agradecimiento.

Este martes pasado era el cumpleaños de una de las participantes en los talleres de Samaritanas. Cumplía 15 años (ya sabéis, como os conté, la importancia que tiene celebrarlos al llegar a esta edad y más si se es mujer). Por lo tanto, al equipo se le ocurrió la brillante idea de comprar un queque, para que al acabar el taller pudiéramos celebrarlo aunque fuera sencillamente.

Y así fue, al finalizar nuestra evaluación, todos y todas cantamos el “Estas son las mañanitas” en honor a la cumpleañera (aunque mejor dicho hubiera sido las “tardecitas”, por la hora del taller). El cual siempre acaba con el añadido por parte de todo el mundo “Ya queremos pastel y coca-cola también”, entonado en lugar de cómo se conoce el tradicional canto de “Cumpleaños feliz”. Al terminar dijo ella, medio triste, a modo de información: Pero yo no tengo queque… Fue entonces cuando salió una persona del equipo por detrás con el queque. ¡Qué alegría por parte de todos, y más por la suya!

Después de las fotos con todos/as, se partió y repartió el pastel; el cual era rectangularmente grande. Todos/as felices y contentos, más también sus hermanos y su madre allí presentes. Todos comimos hasta saciarnos (Cf. Mc. 8, 1-10). “¡Qué empachón!” decía su hermana, con cara de una gran satisfacción mientras se chupaba los dedos.

Aunque en ese día éramos menos que otras veces, poco más de 15 personas, llegó a sobrar más de medio queque. Comentando su otro hermano inocentemente, cuando ya se habían marchado todos los demás niños/as y preadolescentes: “¡y ha sobrado y todo!” (Como diciendo: “¡qué suerte y nos lo vamos a llevar a casa!”). Un hogar compuesto enterito con chapas de zinc, de aquí y de allá, y con el piso de tierra; en el que cada día se cuentan los “reales” para poder comer.

Y yo no me dejo de preguntar: ¿qué importancia le damos a un pastel? Quizá no deje de ser un añadido, sin mayor importancia, que no puede faltar para no perder la costumbre. Pero qué detalle cuando desde lo pequeño compartimos lo pequeño, y además lo valoramos. Y así tantas cosas y hábitos nuestros de cada día ¿No es todo esto un pequeño guiño de una promesa que consiste en que tengamos no solamente vida, sino que la tengamos en abundancia? ¡Feliz cumpleaños digno!

domingo, 15 de septiembre de 2013

Independencia


¡Qué bonito y alegre el poder disfrutar de los símbolos patrios! Como no podía faltar a la cita acudieron: la bandera, la flor de zacuanjoche, el guardabarranco o el madroño como ave y árbol nacionales. Por no mencionar a todos los productos hechos a base de maíz, siendo el más característico el pinolillo (bebida elaborada de dicho cereal). Acompañado todos ellos por los sonidos de los tambores de guerra interpretados por los niños/as y adolescentes de los colegios e institutos, conjuntados con sus bailes. Todo símbolo no solo da significado sino que ayuda a dar color a una cultura, a un país que se celebra así mismo; ensalzando en estos días los 192 años de la Independencia. La “no-dependencia”, o mejor dicho de la lucha por la libertad.


Lo que me habían enseñado de pequeño sobre Historia, referido a América, que yo recuerde era poco más que la llegada de Colón (promocionada como “descubrimiento”) y las tristes consecuencias, de explotación y de dominación, que se sucedieron después. Acababa, salvo en algunos acontecimientos posteriores, en la Independencia en 1821 de gran parte de los territorios que dependían de la metrópoli española. Entre los cuales se encontraba Nicaragua. ¿Acabada?

Desde entonces, este pequeño país que me acoge, no ha dejó tampoco de seguir luchando por su identidad y libertad como pueblo. Tras una corta anexión al imperio mexicano, en 1824 formaría la Federación de Provincias Unidas de Centroamérica de donde saldría como república independiente en 1838. Mientras tanto los ingleses tuvieron un área de influencia en la costa atlántica, mediante un protectorado sobre la supuesta monarquía miskita.

La división entre las dos oligarquías: conservadora (unida a los grandes latifundistas azucareros y cafetaleros) y la liberal (unida a pequeños comerciantes, artesanos y demás profesiones); conjuntamente a la debilidad de las estructuras políticas poco sólidas, fragmentadas y enfrentadas, favoreció el interés de los EE.UU. mediante William Walker. El cual intentó proclamarse presidente de Nicaragua e instalar un sistema de esclavitud ya extinguido en otros territorios. Dicha pretensión fue dormida en 1860, despertándose en 1910. Comenzando un intervencionismo directo, llegando a ocupar el territorio desde 1912 a 1925. Dicha ocupación fue respondida por Sandino (del que ya os he hablado) hasta 1934, año en el que último marine abandonó el país. Mismo año en el que es asesinado por la Guardia Nacional y su comandante Somoza, quien había organizado una cena entre Sandino y el presidente Sacasa, todo ello perpetrado disimuladamente por los norteamericanos nuevamente.


Sandino asesinado y Somoza se autoproclamó presidente. Cuya saga familiar gobernó despóticamente con injusticia y desigualdad el país. Ante la cual la resistencia popular se organizó consiguiendo la victoria con la Revolución en 1979. Se formó entonces una Junta de Reconstrucción Nacional presidida por Daniel Ortega, actual presidente. Siendo intercalado por varios gobiernos liberales. Cuando ya parecían tiempos de libertad y de independencia, la ingerencia norteamericana no había terminado, ya que durante casi diez años. Desde 1981 apoyó la desestabilización del nuevo régimen democrático a través de una guerra, la llamada contrarrevolución.

Después de lo vivido y leído, nos seguimos preguntando hoy, ¿podemos seguir hablando de independencia? ¿Dónde quedan las luchas por las libertades de los pueblos? Ante las presiones internacionales de una globalización económica neoliberal, en la que siguen existiendo los imperios que quieren seguir ejerciendo un orden desigual.

¿Y cada uno/a de nosotros/as somos libres? ¿De qué o quién dependemos? Cuando nuestro mayor enemigo podemos ser nosotros mismos/as… Nuestros miedos, apegos y creencias nos oprimen y no nos dejan crecer. Cada uno/a debería conocerlos mejor que nadie. ¿Nos conocemos? La libertad no deja de ser un eterno camino que siempre merece la pena emprender. Como decía el Che: “¡Hasta la victoria siempre!”.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Jinotega


Hace unas semanas el Proyecto Samaritanas recibió la invitación de un compartir experiencias en Jinotega. Por lo cual aprovechamos al mismo tiempo como equipo a disfrutar y conocer este bonito y lindo lugar.


Jinotega está situada al norte de Nicaragua y es conocida como “la ciudad y departamento de las brumas”. Sus carreteras sinuosas y sus brumas te hacen sentir que entras en otro lugar diferente. Al igual que su cielo azul roto por impresionantes nubes. En sus valles: plataneras y maizales, pero sobre todo, el café. Entre cultivos y pastos se abre un bosque virgen, lagos, montañas y valles, en los que transcurren algunos de los ríos más torrenciales del país.


De esta visita y compartir, después de haber pasado ya por la capital del departamento, nosotras y nosotros pudimos disfrutar de la compañía de una familia amiga de María Lourdes. Estando acompañados también por un café de la tierra y unas gürilas (tortillas hechas a base de maíz y azúcar acompañadas con cuajada). Aunque el de la “Quinta”, se dedicó a terminar de hacer, o deshacer, el trabajo de doña Rosa en la elaboración de las tortillas de maíz.


Tanto para ir y volver, cómo en el transcurso del día, pudimos disfrutar del verde de las montañas y del aire que se respiraba, que os podéis imaginar desde la fotografías y que os contaba antes. Impresionante el contraste entre el cielo y la tierra. Pudiendo disfrutar también de las vistas del lago Apanas.


Con suerte pudimos acercarnos a San Rafael del Norte. Famosa por ser la cuna de la mujer de Sandino (general y líder carismático de la historia y revolución nicaragüense). Siendo al mismo tiempo, toda esta región, escenarios de enfrentamientos desde los tiempos de Sandino a la Revolución y Contrarrevolución.


Pero también esta localidad es famosa por Odorico d’Andrea, franciscano con fama de santo, que desde su llegada a mediados de 1950 hasta su muerte en 1990, dotó de gran número de infraestructuras al pueblo. Su tumba se encuentra en el templo Tepeyac.


Este día sirvió, en parte, casi como despedida de Christiane, compañera austriaca, y Patricia, paisana alicantina, que han estado con nosotros y se despidieron hace bien poquito. Especialmente a ellas se les echa de menos por los momentos compartidos. Sin embargo, como Patricia han pasado por aquí, en estos meses de verano en España, Javi, Miriam, Noelia (que estuvo también en Samaritanas), Arturo.  Quedándose con algunas familias, toda una experiencia de intercambio. Y por supuesto, Mari Cruz, la visita más ilustre, que volvió con todo su cariño a su querida Valle Dulce, habiendo vivido aquí unos 2 años. Pudiendo vivir en nuestra casa y compartir intensos momentos y reflexiones. Gracias Mari Cruz.


En fin, unas van, otras vienen… ahora han llegado cinco catalanas… y otros seguimos caminando y compartiendo vida en esta querida Nicaragua.