martes, 22 de octubre de 2013

III Festival Ecológico


“¡Quién ama la vida con pasión, defiende Mokorón!” Este fue el lema de nuestro III Festival Ecológico Nacional de las Comunidades Eclesiales de Base, teniendo un fuerte acento juvenil. Festival que se celebró el pasado 13 de octubre, un día después y con motivo del Día de la Resistencia Indígena, Negra y Popular (como aquí le llamamos a lo que tradicionalmente se ha conocido el Día de la Raza o de la Hispanidad).


La asistencia fue de más de 600 personas provenientes de todo el país, especialmente de Managua. Destacando no solo la alegría de encontrarnos para seguir luchando por el cuido de la Creación, sino también la mucha creatividad derrochada. La cual se hizo palpable desde el primer momento al ver llegar a muchos jóvenes, y no tan jóvenes, disfrazados con materiales reusados o reciclados. También en los diferentes números culturales que se representaron, así como en la propia Eucaristía que celebramos. Pero posiblemente, el momento más alegre fue la marcha por la pista sub-urbana, una de las principales arterias de la ciudad, por la cual llegamos hasta los pies del propio cerro.


Este Festival fue promovido desde la Pastoral Juvenil desde hacía varios meses con mucho esfuerzo e ilusión, al que poco a poco, se fueron sumando la mayoría de las Comunidades. Concentrándonos todos en la reivindicación del cerro Mokorón como Reserva Natural ante las amenazas medioambientales que afronta desde hace años. Este cerro y sus alrededores son uno de los pocos paisajes naturales que le quedan a Managua con las características del bosque de trópico seco. Albergando a 156 especies animales y siendo un garante de reservas de acuíferos que conectan con otros lagos y lagunas. Por no decir que es el último “pulmoncito” capitalino, como dicen.


Sin embargo, Mokorón, no fue el único problema medioambiental que se reivindicó. Cada una de las regiones con sus jóvenes, trabajaron también previamente y compartieron otras cuestiones. Pudimos sumarnos de igual modo por la deforestación en Nueva Segovia, Madriz, Estelí (al norte del país); por la minería a cielo abierto en Somotillo y Matagalpa referente al cerro Yaoska, perteneciente al Parque Nacional de Bosawás (noroeste y centro); y también desde Masaya, Carazo y Granada (desde el sur) nos invitaron a reducir, reusar y reciclar los tantos residuos que producimos de basura. Cada una de estas cuestiones no dejan de ser un símbolo de nuestra resistencia ante tantos daños que está sufriendo el país.


Posiblemente, ante tantas crisis y problemas cotidianos podemos caer en la tentación relegar el medioambiente a un segundo plano, pensando que hay otras preocupaciones más importantes. Pensar así es un gran error. Para poder vivir necesitamos cuidar responsablemente nuestro Medio Ambiente, la Tierra que nos sostiene y nos regala tanto. Sin embargo, como decía Monseñor Romero: “Dios nos hizo administradores fieles de la Creación, y nos hemos vuelto sus destructores” en nombre del desarrollo y de la riqueza de unos pocos.


Las Comunidades Eclesiales de Base en su lucha por la justicia, tenemos como eje transversal la ecología. De hecho, Leonardo Boff, afirmaba que la “E” de las CEB, no solo es de Eclesiales sino también de Ecológicas. Él mismo, en una carta dirigida al Papa Francisco, escribe: “Hoy la vida está herida de muerte por el hambre (900 millones de personas en el mundo), por la sed (1200 millones de personas no tienen agua limpia para beber todos los días y 2400 millones carecen de saneamiento básico), por las guerras, por la destrucción del Medio Ambiente (suelos, agua, biodiversidad, aire) y, sobre todo, se cierne sobre la humanidad y sobre todas las formas de vida la amenaza asombrosa de los cambios climáticos. Una sociedad consumista y depredadora como la actual no es futuro para el conjunto de la humanidad.”


Si la Tierra es nuestra casa, ¿por qué la maltratamos? “Salvémonos, salvando el planeta”, como nos invita Pedro Casaldáliga, y quienes sin distinciones viven en él. Como pretendemos desde las CEB: “Quien defiende la naturaleza, defiende la vida. Si creemos en el Dios de la vida, luchamos por la vida defendiendo la ecología”. Y si pensamos en nuestro prójimo, acaso… ¿No necesitará agua pura para beber, aire limpio para respirar, un Buen Ambiente donde poder vivir?

lunes, 7 de octubre de 2013

Confianza



Esta semana pasada he recibido la visita de Kety, ha sido una alegría para mí compartir directamente con ella, mi día a día en la semana que ha estado en Managua. Sobre todo porque Kety puede ahora compartir parte de la realidad en la que vivo desde hace 8 meses. La cual le ha encantado poder conocer las CEB y cómo ella también me decía antes de marcharse: “Conocer y vivir en la realidad así, te ayuda a tener los pies sobre el mundo”.

Dejándonos llevar por el acontecer de esta semana pasada, antes de encontrarnos en el aeropuerto, a su llegada, a ambos nos sucedió algo que ha sido toda una invitación…

Cuando salimos Jenny, su sobrina Carla y yo encaminados a retirar una de las camionetas de las CEB a la UCA, donde vive Arnaldo, empezó a caerse el cielo de Managua con un diluvio como hacía semanas que no lo hacía. Por lo que mojados y ya con la camioneta, nos dirigimos los tres camino hacia el aeropuerto como pudimos mientras el agua cada vez era más abundante en las calles de la ciudad.

A mitad de trayecto, al detenerme en el carril izquierdo para girar, nos dimos cuenta que era más adelante cuando había que hacer ese giro; por lo que debíamos cambiarnos nuevamente de carril para continuar hacia delante en el Boulevard Don Bosco. Al maniobrar suavemente, en esa intensa lluvia, fue entonces cuando sin querer ni sentirlo golpeamos ligeramente a un carro (coche) que estaba detrás y que no habíamos visto. Al que no se le encontraba señal de lo que decía su conductor. Aprovechó nuestra parada en el semáforo en el que nos encontrábamos para cruzarse impidiéndonos el paso. Viendo cómo se bajaba del mismo un hombre con su hijo gritándonos. Advirtiéndonos a que esperáramos a que llegara la policía. (Algo común cuando hay un problema de tráfico. No pudiendo moverse hasta que la policía hace un atestado).

A todo esto, no llevaba el permiso internacional de conducir, ya que me lo había dejado en el Proyecto. (Todavía pienso que dicho permiso es válido en Nicaragua, cuando España y Nicaragua no tienen firmado ningún convenio al respecto). Por lo que llevaba únicamente mi carné español. Nuestra preocupación era grande en un principio, al mismo tiempo que no encontrábamos en la camioneta los papeles del seguro, más si llegaba la policía. Por lo que nos tuvimos que rendir ante lo que nos sucedía con la gran incertidumbre de no saber que nos iba a pasar. Ya eran más de las 7.00pm, hora en la que llegaba Kety. Por lo que hasta después de estar esperando más de 20 minutos, y no llegar la policía, nuestros amigos del carro de enfrente se cansaron de esperar y nos dijeron que nos fuéramos. ¡Ufff! “¡Pablito, cuánto te quiere el flaquito que está ahí arriba!” me gritó Jenny mientras me abrazaba. Ya solo nos faltaba llegar a por Kety, aunque fuera tarde.

Ya cerca del aeropuerto fue cuando recibí la llamada de un número desconocido, ya que Kety no llevaba celular. Kety comentaba que no habían podido aterrizar por la tormenta y que habían desviado su vuelo a San Salvador, quedando a la espera. ¿Y ahorita de qué nos teníamos que preocupar?

Al llegar Kety a Managua, tres horas después, pudimos alegrarnos de encontrarnos  después de la tensión vivida por ambas partes: de no poder llegar, por mi parte, cómo preocuparse de comunicarse conmigo en tales circunstancias, por parte de Kety.

Ella estaba también muy preocupada por no saber al principio cómo saber comunicarse conmigo. Al comentar su problema con uno de los azafatos, inmediatamente su compañera de asiento, una mujer nica le prestó su celular para llamarme. Tanto o más, que al llamarme nuevamente y comentarme que si había problema se quedaría en un hotel. A lo que su compañera de viaje le dijo que ella le acogía en su casa al llegar.

En fin, ¿de qué preocuparnos? Sobre todo cuando parece que todo va ir mal… Parece que hay Alguien que nos quiere y nos cuida sin medida. Curiosamente dando respuesta a nuestras necesidades del modo en que muchas veces menos esperamos. ¿Verdad, Kety? ; )