domingo, 24 de agosto de 2014

30 monedas

Hace tiempo, no recuerdo cuanto, hablando con Doribel al comenzar una de nuestras reuniones de Comunidad, surgió un comentar sobre la “solidaridad”. En sus palabras y en su pobreza, como la de todos/as en mayor o menor medida de quienes conforman nuestra Comunidad, surgió para mí una gran lección sobre lo que significa solidaridad.

Días antes habíamos tenido una comida compartida, que se cocinó en su casa, en medio de la preparación ella salió del interior de la misma con un pipián (calabacín) cortado a rodajas ofreciéndoselo a todas las personas presentes allí… En ese momento de la conversa, en la antes mencionada reunión, nos compartió lo que significaba solidaridad para ella. De las palabras que recuerdo, nos dijo que solidaridad no era dar lo que nos sobra sino de lo mejor que tenemos, de lo que somos, al que llega a nuestra casa. A veces de lo único que disponemos en ese momento. ¿Sino qué mérito tiene? Ejemplo fue ese mismo pipián que nos ofreció, compartiéndome entre un susurro que era de lo poco que tenía en su casa ese día, partiéndolo y repartiéndolo entre todos/as. Lo poco basta, cuando se comparte con generosidad.

Acontecimiento que me recuerda cuando Jesús pone de ejemplo precisamente a una pobre viuda que echa en las ofrendas lo poco que tiene, dos moneditas, mientras unos ricos depositan sus ofrendas también… Ha echado más que todos ellos, porque todos ésos han dado de lo que les sobra, mientras ella, no teniendo recursos, ha echado todo lo que tenía para vivir (Lc. 21, 1-4). ¿Será más fácil vivir el evangelio entre los pobres? Siempre que no lo hicieron con alguno de estos más pequeños, ustedes dejaron de hacerlo a mí (Mt. 25, 45).

El otro día mi amiga Lucía, voluntaria catalana que ha regresado a Nicaragua este invierno (verano en España), me prestó un libro, sobre un padre escolapio Chinchachoma que vive desde hace décadas en México, señalando una muy interesante reflexión después del encuentro con una adolescente en situación de Explotación Sexual Comercial. Después de haber escuchado el padre su historia la llevó a un lugar apartado para hablar más tranquilamente con ella y al final de su coloquio le pidió que le bendijera, dando lugar al sugerente diálogo: “Yo ¿qué bendición tengo?”. “Tú, una que yo no tengo”. “¿Cuál?” preguntó asombrada. “Pues la de la venta”. “¿Cómo la de la venta?”. “Sí, al Cristo lo vendieron”. “A poco”, dijo ella. “Sí lo vendieron en 30 monedas de plata”. “¿Cómo a mí?”, preguntó ella. “Sí, como a ti”, le respondí. “Una esclava, una vieja, en tiempos de Jesús costaba eso, 30 monedas de plata”. La niña reía, se sentía amada. El Cristo estaba con ella, aún añadí más. “¿Sabes cómo lo vendieron?”. “No”. “Con un beso”. “Con un beso”, me preguntó. “¿Cómo a mí”. “Sí, con un beso. Se acercó Judas y lo besó. El beso fue la señal”. “¿Cómo a mí?”. Era la niña un gozo del alma al sentirse amada con su historia toda. “Jesús se quejó. No, no se quejó de la venta, se quejó del beso”. “Con un beso me entregas”. Me miró. “Ah, pues si puedo bendecirte, Él está conmigo”.


Dedicado a todas las mujeres y niñas, en especial a las adolescentes explotadas sexualmente o de mujeres adultas en situación de prostitución en Managua que acompañamos desde Samaritanas, no siendo las únicas. Situación que muchos llaman la profesión más antigua de la historia, nosotros/as: la violencia más antigua de la historia.

Nunca ha sido nuestro interés saber cuánto pueden llegar a ganar, sino su situación y los motivos que las mueven a salir cada noche a la calle. Las necesidades son muchas y dentro de la intencionalidad del Proyecto de brindarles una atención integral siempre hace falta más. Últimamente la carencia que más se está sintiendo, entre otras, es la falta de fondos para medicamentos. Contamos con bonos médicos para que las mujeres puedan pasar consulta y examinar su salud, pero hay veces que no alcanzamos con toda la medicación que requieren en su vulnerable salud. Por ello y por otras necesidades os dejo con mi amiga y compañera Cynthia, que hace unos meses editó un video con este propósito. (Aquí el enlace).

https://www.youtube.com/watch?v=XkQXeCmT9l4

No es mi propósito asaltar a nadie pero si pedir, aunque sea humilde, vuestra valiosa colaboración. Si se pudiera cobrar un euro por cada visita a este blog, ya tendríamos casi 15.000€. Un euro al cambio en córdobas, son algo más de 30 monedas, curiosa coincidencia, ¿no? ¡Ánimo! Aquí dejo la invitación y el siguiente enlace, lo demás es vuestro… quizá compartido.

https://fundly.com/giving-hope-to-a-project-supporting-women-and-children?ft_pid=zezc5maq

domingo, 10 de agosto de 2014

Olla Común

Hace algunas entradas compartía mi reflexión acerca del hambre. Hambre es lo que está provocando la sequía por el fenómeno meteorológico del “Niño” que está retrasando el invierno caracterizado siempre por las intensas y frecuentes lluvias. Por lo que ha alterado el precio de muchos alimentos básicos como los lácteos, el tomate y el tan cotidiano frijol, entre otros. Sobre todo las consecuencias donde más se están notando es en los departamentos, donde la economía como sus gentes, en su mayoría campesina.  


Desde la CNP (Cristianos Nicaragüenses por los Pobres) la articulación nacional de las Comunidades Eclesiales de Base en Nicaragua, ya se ha puesto con las manos en la masa para tratar de apaliar esta crítica situación. Realizando una estimación por las zonas en las que estamos organizados, la suma de familias afectadas sería de unas 350. Para cubrir está necesidad apremiante haría falta de conseguir la estimación de casi 10.000€. Desde las Comunidades urbanas en la medida de nuestras posibilidades, estamos ya ahorrando o privándonos de algo, para tratar de apoyar en la medida de nuestras posibilidades a nuestros hermanos y hermanas que peor lo están pasando en el campo. Mucha es la necesidad puesto la primera cosecha ya se perdió en casi todos los lugares.



En relación a esta cuestión de vital importancia, desde hace tiempo quería presentaros el proyecto Olla Común de las CEB de Managua. Una pequeña respuesta, quizá insignificante en relación a todo el mundo, pero no por ello importante.


Este proyecto surge en 1990 y va dirigido a niños y niñas entre las edades de 6 meses a 6 años, que estén en estado de desnutrición o en riesgo. También se atiende a madres lactantes y embarazadas para ayudarle desde antes al niño o a la niña desarrollarse desde el vientre de la madre. Queriendo responder al crecimiento integral de salud, nutrición y educación en los grupos de población de alto riesgos, como la niñez, madres lactantes y embarazadas.


Las Ollas, como popularmente lo conocemos en las Comunidades, apuesta así a la recuperación nutricional por medio de una merienda balanceada enriquecida a base de soya (soja), aportando el 50% de nutrientes que el niño/a necesita.


Se cuenta en los comedores un espacio para realizar un proceso de Educación integral de la niñez con problemas de desnutrición. Este proceso va especialmente en la línea de su desarrollo físico y mental, en particular la estimulación temprana y de su capacidad psicomotora; y de relación positiva entre los mismos niños y niñas con los jóvenes y adultos, promoviendo su desarrollo por medio de un preescolar. Desarrollando talleres y actividades que ayudan a las mamás y a las personas del equipo a mejorar el nivel de vida de su familia y al mismo tiempo fortalecer el Programa Nutricional. Actualmente existen 6 comedores en barrios muy pobres, con una población de 340 niños y niñas, y una organización de 60 madres voluntarias, siendo estas un motor importante para el desarrollo del Proyecto y al mismo tiempo de la comunidad.


Finalmente, para cerrar esta entrada os dejo con este poema de Gabriela Mistral que se llama “Mi nombre es “Ahora”. Que el Dios de la Vida, que tiene especial debilidad por lo pequeño, por las y los más pequeños, dé pan a quienes no tienen y hambre de Él a quienes afortunadamente tenemos pan.

Estamos enfermos de muchos errores
y de otras tantas culpas,
pero nuestro peor delito se llama
abandono de la infancia,
descuido de la fuente de vida.
Muchas de las cosas que necesitamos
pueden esperar. El niño no.
El está haciendo ahora mismo sus huesos,
creando su sangre y ensayando sus sentidos.
A él no se le puede responder “mañana”

El se llama “ahora”.