Hace
tiempo, no recuerdo cuanto, hablando con Doribel al comenzar una de nuestras
reuniones de Comunidad, surgió un comentar sobre la “solidaridad”. En sus
palabras y en su pobreza, como la de todos/as en mayor o menor medida de
quienes conforman nuestra Comunidad, surgió para mí una gran lección sobre lo
que significa solidaridad.
Días
antes habíamos tenido una comida compartida, que se cocinó en su casa, en medio
de la preparación ella salió del interior de la misma con un pipián (calabacín)
cortado a rodajas ofreciéndoselo a todas las personas presentes allí… En ese
momento de la conversa, en la antes mencionada reunión, nos compartió lo que
significaba solidaridad para ella. De las palabras que recuerdo, nos dijo que solidaridad no era dar lo que nos sobra sino
de lo mejor que tenemos, de lo que somos, al que llega a nuestra casa. A veces
de lo único que disponemos en ese momento. ¿Sino qué mérito tiene? Ejemplo
fue ese mismo pipián que nos ofreció, compartiéndome entre un susurro que era
de lo poco que tenía en su casa ese día, partiéndolo y repartiéndolo entre
todos/as. Lo poco basta, cuando se comparte con generosidad.
Acontecimiento
que me recuerda cuando Jesús pone de ejemplo precisamente a una pobre viuda que
echa en las ofrendas lo poco que tiene, dos moneditas, mientras unos ricos
depositan sus ofrendas también… Ha echado
más que todos ellos, porque todos ésos han dado de lo que les sobra, mientras
ella, no teniendo recursos, ha echado todo lo que tenía para vivir (Lc. 21,
1-4). ¿Será más fácil vivir el evangelio entre los pobres? Siempre que no lo hicieron con alguno de estos más pequeños, ustedes
dejaron de hacerlo a mí (Mt. 25, 45).
El
otro día mi amiga Lucía, voluntaria catalana que ha regresado a Nicaragua este
invierno (verano en España), me prestó un libro, sobre un padre escolapio
Chinchachoma que vive desde hace décadas en México, señalando una muy
interesante reflexión después del encuentro con una adolescente en situación de
Explotación Sexual Comercial. Después de haber escuchado el padre su historia
la llevó a un lugar apartado para hablar más tranquilamente con ella y al final
de su coloquio le pidió que le bendijera, dando lugar al sugerente diálogo: “Yo ¿qué bendición tengo?”. “Tú, una que yo
no tengo”. “¿Cuál?” preguntó asombrada. “Pues la de la venta”. “¿Cómo la de la
venta?”. “Sí, al Cristo lo vendieron”. “A poco”, dijo ella. “Sí lo vendieron en
30 monedas de plata”. “¿Cómo a mí?”, preguntó ella. “Sí, como a ti”, le
respondí. “Una esclava, una vieja, en tiempos de Jesús costaba eso, 30 monedas
de plata”. La niña reía, se sentía amada. El Cristo estaba con ella, aún añadí
más. “¿Sabes cómo lo vendieron?”. “No”. “Con un beso”. “Con un beso”, me
preguntó. “¿Cómo a mí”. “Sí, con un beso. Se acercó Judas y lo besó. El beso
fue la señal”. “¿Cómo a mí?”. Era la niña un gozo del alma al sentirse amada
con su historia toda. “Jesús se quejó. No, no se quejó de la venta, se quejó
del beso”. “Con un beso me entregas”. Me miró. “Ah, pues si puedo bendecirte,
Él está conmigo”.
Dedicado
a todas las mujeres y niñas, en especial a las adolescentes explotadas
sexualmente o de mujeres adultas en situación de prostitución en Managua que
acompañamos desde Samaritanas, no siendo las únicas. Situación que muchos
llaman la profesión más antigua de la historia, nosotros/as: la violencia más
antigua de la historia.
Nunca
ha sido nuestro interés saber cuánto pueden llegar a ganar, sino su situación y
los motivos que las mueven a salir cada noche a la calle. Las necesidades son
muchas y dentro de la intencionalidad del Proyecto de brindarles una atención
integral siempre hace falta más. Últimamente la carencia que más se está sintiendo,
entre otras, es la falta de fondos para medicamentos. Contamos con bonos
médicos para que las mujeres puedan pasar consulta y examinar su salud, pero
hay veces que no alcanzamos con toda la medicación que requieren en su
vulnerable salud. Por ello y por otras necesidades os dejo con mi amiga y
compañera Cynthia, que hace unos meses editó un video con este propósito. (Aquí el enlace).
https://www.youtube.com/watch?v=XkQXeCmT9l4
No
es mi propósito asaltar a nadie pero si pedir, aunque sea humilde, vuestra
valiosa colaboración. Si se pudiera cobrar un euro por cada visita a este blog,
ya tendríamos casi 15.000€. Un euro al cambio en córdobas, son algo más de 30
monedas, curiosa coincidencia, ¿no? ¡Ánimo! Aquí dejo la invitación y el
siguiente enlace, lo demás es vuestro… quizá compartido.
https://fundly.com/giving-hope-to-a-project-supporting-women-and-children?ft_pid=zezc5maq