Cada
comunidad ha traído preparada la presentación de una de las partes de la
Biblia. Por ejemplo, a Valle Dulce, le ha tocado representar cómo nació; y así
a otras comunidades otras partes del Antiguo o Nuevo Testamento. Y lo más
importante, relacionándolas con problemas, realidades y alegrías que vivimos en
la actualidad. Ha sido la continua referencia a la migración entre otros temas
de interés; como también la preparación que llevamos del Festival Ecológico, en
torno a la reivindicación del cerro Mokorón como reserva natural.
Me
gustaría reflexionar un poquito sobre qué puede significar la vivencia de la
Biblia, no solo en este día, sino en la vida cotidiana. Para lo cual me apoyo
parafraseando a Benjamín Glez. Buelta, con el cual coincido y me ayuda a
entender mejor mi mismo proceso en este sentido: Para discernir nuestra vida, necesitamos confrontarla constantemente
con la Palabra de Dios. La comunidad, especialmente pobre, es un espacio
privilegiado para esta lectura. La cual se hace vida y la vida se lee en el
Evangelio, como si de un espejo se tratara. Cuando Pedro sana a un tullido
decimos: “Palabra de Dios”. Es igual que cuando en nuestra comunidad, o nuestro
alrededor, encontramos la alegría de una mujer que mira con esperanza ante las
adversidades, el obrero que lucha por la justicia o una señora reparte el poco
arroz que le queda, también podemos decir: Palabra de Dios.
De
este modo “el pan nuestro de cada día” no es una metáfora, sino una realidad
donde no hay provisiones y seguridades de ninguna clase… Cómo ellos, y desde
ellos, se entiende mucho mejor el Evangelio. Así leer la Palabra de Dios desde aquí es verla nacer aquí y hoy; es
contemplarla diferente y nueva, sorpresiva y encarnada en la palabra y vida de
la comunidad. Leer la Palabra de Dios desde aquí es leerla aquí y ahora.
Sobre todo con ojos bien atentos y el corazón bien abierto, para ver y sentir
la presencia de Dios desde lo pequeño, y a veces por qué no, lo insignificante.
Parece que así son las cosas de Dios. De este modo, la Biblia, la Palabra, ya
no es un libro más para agarrar polvo en un estante, sencillamente es Vida
nuestra de cada día.