lunes, 30 de junio de 2014

Hambre

El otro día visitando el zoológico con el grupo de niños/as y preadolescentes que suelen llegar a los talleres educativos de Samaritanas, al hablarnos la guía sobre los animales y con lo que suelen alimentarlos, una muchacha de unos 14 años me dijo entre un susurro: “Comen mejor que nosotros”. Más de una vez nos ha molestado la pobreza, mejor mirar para otro lado. Pero cuando uno vive en Nicaragua como en cualquier otra parte del mundo, donde el hambre forma parte de la pobreza, es muy difícil no mirar a otro lado.

Este “pan nuestro” de cada día para muchos millones de personas, me recordó a otra situación vivida, de esas que te remueven el estómago. Hace unas semanas en uno de los talleres con el grupo de mujeres, al iniciar con una dinámica de presentación, en la que tenían que presentarse diciendo su nombre, algo que les gustara y un lugar de su cuerpo donde les picara, una de las participantes, posiblemente la más vulnerable de todas, quizá por tener una discapacidad psíquica y  vivir en uno de los barrios más violentos de Managua, terminó en su turno diciendo: “… a mí me pica la panza, porque hoy no comí”.

Es curioso comprobar como muchos niños/as cuando tenemos una actividad especial, y por ende también un refrigerio especial, simplemente lo prueban con un bocado y el resto lo llevan en la mano para compartirlo con el resto de su familia, al menos con su mamá.


La discriminación alimentaria, la realidad del hambre, es humillante cuando uno descubre que los alimentos que se producen actualmente podrían alimentar a unos 12.000 millones de personas. En un mundo habitado por 7.000 millones de seres humanos. Este es un gran problema, mejor dicho una gran injusticia en el reparto equitativo de la Creación. En el tiempo que llevo por acá me he podido dar cuenta que no solo podemos vivir con menos, sino también podemos vivir comiendo menos. Las sociedades de consumo y de la sobreabundancia nos educan a caer en el consumismo también de los alimentos. Y la mayoría de veces cada vez menos naturales. Convirtiendo la comida en mercancía con la cual negociar, especulando y jugando así con el hambre de millones de personas.


En Nicaragua la subnutrición alcanza casi el 20% de la población (según la FAO), lo cual no quiere decir que el resto de la población tenga la oportunidad de disponer de una dieta rica y variada. Reduciéndose así en el gallopinto diario, (mezcla de arroz con frijoles), en desayuno, comida y cena; y si se consiguen garantizar los tres tiempos de comidas.


Curiosamente, hablar del reparto de los alimentos también es hacerlo de la desigualdad entre los sexos. Según Geraldina Céspedes, cuando las mujeres son las responsables de producir más del 50% de los alimentos cultivados en nuestro mundo, de todos los desnutridos del mismo, las mujeres representan el 74%. En muchas sociedades y culturas, las mujeres (jóvenes o adultas) comen después de los miembros varones de la familia y no comen sentadas a la mesa, sino en la cocina, muchas veces de pie y dando viajes del comedor a la cocina para abastecer y servir a los hombres. Si la familia es de escasos recursos y no hay suficiente cantidad y calidad de alimentos, ya nos podremos imaginar lo que sucede con la alimentación de las mujeres de la familia.


“Tengo hambre”, me dijo el viernes una mujer, clavándose en mí estas palabras. “Tuve hambre y me diste de comer” (Mt. 25, 35), nos dice Jesús. No podemos seguir mirando hacia otro lado o encogernos los hombros pensando que el mundo es así. Claro que nos toca, nos tiene que tocar el corazón. Sino, ¿qué humanidad lo habita? También el profeta Isasías (Cap. 25) al hablarnos del banquete que Dios invita a todos y todas, nos invita a luchar por un mundo donde ninguna persona quede excluida de participar del festín de manjares suculentos y disfrutar por igual de los dones que Dios regala para todos y todas. Saciando nuestra hambre y sed… de justicia. 

domingo, 15 de junio de 2014

Muralismo


Hablar del murales en Nicaragua es hablar de arte hecho pintura viva, que envuelve muchas de sus calles. Arte comprometido en la mayoría de las ocasiones, dejando a un lado toda la publicidad pintada en numerosísimas casas y ventas, que si Maggi, Movistar, Huggies, Coca-Cola... Saliendo así al encuentro de quien pasa día a día por los mismos lugares o de aquellos que están de paso. Este tipo de arte, sobre todo el más comprometido, refleja y recuerda la historia vivida, la lucha por la libertad del pueblo de Nicaragua, en los retratos o escenas pintadas de tantos hombres y mujeres.


Hablando de murales… Comparto a continuación uno de ellos que se presentó el sábado pasado realizado en una de las casas que están enfrente del Cerro Mokorón, donde aparecen reflejadas también las Comunidades Eclesiales de Base (CEB) en su compromiso por el Medio Ambiente, en concreto para que Mokorón (situado en la capital) sea declarado Reserva Natural. En ellos además de representar el movimiento por la defensa de Mokorón de diferentes grupos y organizaciones, se hace una mención especial al cuido de la Madre Naturaleza, nuestra casa común, y a la memoria de muchos jóvenes que fueron asesinados en el propio Cerro en tiempo de la Revolución.


De Mokorón y su situación, ya había hablado en anteriores ocasiones, pero no de la noticia que también sucedió la semana anterior, ya que se ha cerrado la mina a cielo abierto muy próxima a Mokorón, situada en su zona de amortiguamiento medioambiental, perteneciente al mismo tiempo al lugar donde vivo. Imputando así al dueño de la misma, también por la forma de cómo ha hecho negocio explotando no solo la naturaleza. Como decía el diario La Prensa, se ha logrado gracias también a la presión social proveniente de las CEB, Centro Humboldt y Movimiento Comunal Nicaragüense.



¡Qué buena noticia! Más en torno a la fiesta de Pentecostés, donde también la celebramos con mucha alegría y asistencia de muchos de quienes las conformamos. Sintiéndonos no solo unidos por este pequeño logro, sino por sentirnos principalmente unidos, en comunidad. Empujados por el Espíritu que nos ayuda a armonizar lo diferente posibilitando la comunicación, y así fortalecer nuestra entrega cotidiana, para seguir confiando y caminando juntos/as por la Justicia y Dignidad, especialmente de quienes más sufren y menos tienen en este mundo tan desigual.



domingo, 1 de junio de 2014

Escuela Técnica


Hablar de la Escuela Técnica es hablar de oportunidades. Al igual que los demás proyectos de las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), pero en este caso se trata de la formación y capacitación para tratar de garantizar mayores posibilidades para poder acceder a oportunidades de trabajo más dignas.



La Escuela Técnica forma parte de los proyectos Social Educativo de las Comunidades Eclesiales de Base, consistiendo en brindar una Formación Técnica Básica, de las siguientes modalidades: Estilismo, Corte y Confección, Repostería y Decoración Básica, Operador en Micro-computadoras.


Los cursos técnicos de Belleza, Estilismo y Costura tienen una duración de un año. Y los cursos de Operador y Repostería de Seis meses. Y al final de cada año se realiza una promoción de aproximadamente de 140 alumnas/os en los diferentes turnos; puesto que se puede estudiar entre semana, los sábados o los domingos. Contando con el aval del Ministerio de Educación para  el reconocimiento de los cursos.



Al mismo tiempo que los/as alumnos/as están cursando su carrera técnica, se les invita a participar en actividades que promueven su formación en valores, su empoderamiento socio-político y también lo espiritual. Tratando así de brindar una formación no solo técnica, sino integral en la medida de las posibilidades.


Muchas de las alumnas/os son los beneficiarios, o mejor dicho participantes, de los distintos proyectos sociales de la CEB: Samaritanas, Natras, Olla Común, Casa Hogar. Pero también de la población del barrio San Judas, donde sita la Escuela Técnica, y de asentamientos aledaños a este barrio. Una de las características de estas personas suele ser de contar con bajos recursos económicos, en su mayoría son mujeres con diferentes problemas sociales.


Desde Samaritanas es bonito comprobar, como seguramente en los demás proyectos que hay alumnas/os en la Escuela Técnica, como el proceso de aprendizaje de uno de estos oficios multiplica el empoderamiento de las personas. La capacidad que hay en sus vidas y de poder utilizar sus manos, tantas veces castigadas por todo tipo de violencia, para sentirse realizadas creando peinados o cortes de pelo, confeccionando o endulzando la vida de otros por medio de pasteles… Saliendo así adelante, siendo más independientes. ¡Cuánta belleza!


Les dejo queridos amigos/as con esta canción. Hablando de Escuela Técnica me marcho para allá a que me corten el pelo y echar unas risas mientras tanto. De este modo uno puede servir de modelo para la práctica de corte de cabello (varonil, como dicen por aquí) y de barbería cuando dejo que me crezca mucho la barba, tan inusual por estos lares.