martes, 10 de marzo de 2015

Muchas gracias, muchos queques


Estos días han sido días de muchos encuentro llenos de agradecimiento y desde ese sentimiento se han ido sucediendo diferentes despedidas: en Samaritanas, en mi Comunidad de Valle Dulce, en la reunión de los lunes… Todas ellas con mucho detalle y sobre todo cariño. Acompañadas también con un toque dulce, que nos ayudó a celebrar la vida, este momento, una vez más. De ahí el muchos queques (tartas), muchas gracias.


Comparto ahora estas palabras que me han servido para agradecer tanto vivido... Después de estos dos años tan intensos qué puedo decir, resulta complicado resumir en palabras todo lo vivido y compartido… No es fácil, pero vamos a intentarlo, como siempre hemos hecho juntos. Ha sido tan intenso, que siento que he cambiado. Lara me decía hace unos días, desde su mirada antropológica y siempre amigable: “Todo encuentro cambia”. Ustedes  sin duda me han cambiado, al  compartir nuestras vidas, y me han hecho necesariamente mirar la realidad con otros ojos. Todavía es pronto para saber hasta qué punto, quizá el tiempo me ayude a saber hasta dónde. De ante mano, les digo a todos/as: GRACIAS por tantos encuentros. Y al mismo tiempo PERDÓN, si por mi parte he podido provocar algún desencuentro no remendado. Encuentros todos, en los que siempre encontré acogida, alegría y mucha cercanía, y conforme fue pasando el tiempo, un gran cariño.


Llegados a este punto, siento que estas palabras que diré cobran mayor sentido: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has dado a conocer a los pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu voluntad.” (Lc. 10, 21b). El gran regalo que he podido recibir en este tiempo indudablemente son ustedes mismos/as, sus personas. El haber podido vivir entre ustedes, compartiendo sus luchas, ahora las nuestras; su pasión por la vida, su compromiso y el trabajo por la justicia, confiando siempre en un Dios liberador para todos y todas sin excepciones.


Llegar a América y visitar El Salvador, antes que Nicaragua, y poder repasar más de cerca la vida de Monseñor Romero, el gran profeta de este continente, no fue una mera coincidencia. Siento que me preparó, como antesala, para encontrarme con las consecuencias de las injusticias que él mismo denunció, y ustedes me mostraron. Ahora seguimos luchando como ciudadanos y creyentes por nuestros derechos y nuestro país, y al mismo tiempo como Comunidades Eclesiales de Base por una Iglesia más popular, siempre al lado de los pobres y desde ellos; Iglesia: Pueblo de Dios.


Quisiera parafrasear a Dom Pedro Casaldáliga, otro de los profetas vivos de nuestra América… lo contrario de la fe y la esperanza no es la duda, sino el miedo. ¡No tengamos miedo! Sigamos comprometiéndonos, trabajando, luchando, anunciando y denunciando, siempre en favor una Vida digna y abundante para todos y todas, siendo Buena Noticia; por encima de toda estructura social, política, económica y religiosa, sea cual sea. Pero siempre siguiendo a Jesús hecho carne que camina por nuestras calles, nuestros barrios, nuestro país, nuestro mundo. Sintiéndonos impulsados por él, y como hemos proclamado en otras ocasiones: ¡Porque creemos en el Dios de la Vida, luchamos por la Vida!


Sin duda, juntos hemos caminado... Juntos, hemos luchado contra toda violencia practicada a los niños, niñas, adolescentes y las mujeres. Juntos, nos hemos comprometido por una vida digna para todos y todas, con amor apasionado y esperanza inquebrantable, como nos recuerda con su vida otro de nuestros amigos y profetas vivos, Arnaldo. Juntos, hemos ido de misiones compartiendo la vida, más que austera, de nuestros hermanos y hermanas campesinas. Juntos, en Mokorón y Rancho Grande, hemos defendido la Madre Tierra como la casa de todos y todas, que merece ser cuidada y respetada. Juntos, hemos aprendido a endulzarnos y celebrar la vida haciendo pan y pasteles. Juntos, en Comunidad, hemos compartido nuestra vida y celebrado nuestra fe encarnada en el Pueblo. Juntos hemos vivido momentos llenos de compromiso, y desvelado también otros tantos pequeños, casi invisibles a los ojos, llenos de ternura y esperanza. En mis maletas ya no cabe ropa, son tantos recuerdos… es tanta VIDA la que hemos compartido…



Y ya que ésta, es una historia de amor, de esperanza… de profetas. Me van a permitir mediante este micrófono de profeta, que tantas veces ha sido utilizado en nuestras reuniones, citar y encarnar hoy, en nuestra historia, estas palabras de Isaías: “Pronto, muy pronto, falta muy poco tiempo para que el Líbano se convierta en un jardín y que el jardín, en cambio, pase a ser un zarzal. Aquel día, los sordos oirán las palabras de un libro, y libres de la sombra y de las tinieblas, los ojos de los ciegos volverán a ver. Los humildes aún se alegrarán con Dios y los más pobres quedarán felices con Él, pues ya no habrá más opresor. Habrá desaparecido el que se reía de todos y habrán sido eliminados todos los malvados… (que) niegan por una coma, el derecho del bueno. Por todo esto, así lo declara Yavé.” (Is. 29, 17-22a)

Pronto, muy pronto… los niños, niñas, adolescentes y mujeres de Samaritanas vivirán libres de toda violencia. Pronto, muy pronto… los niños y niñas de NATRAS no tendrán necesidad de trabajar, dedicándose solo a estudiar y a jugar. Pronto, muy pronto… los jóvenes y mujeres de la Escuela Técnica, capacitadas, se sentirán realizadas y encontrarán un trabajo digno. Pronto, muy pronto… los niños y niñas de las Ollas de Soya superarán la subnutrición y crecerán haciéndose fuertes e inteligentes. Pronto, muy pronto… las niñas y adolescentes de Casa Hogar sanarán sus heridas y seguirán desarrollándose sin violencia. Pronto, muy pronto… las comunidades campesinas gozarán y participarán de una vida digna por encima de toda desigualdad. Pronto, muy pronto… las Comunidades Eclesiales de Base dejarán de ser renuevo, dando lugar a toda una sociedad nueva y una Iglesia renovada, de hombres nuevos y mujeres libres. Y volviendo otra vez con Pedro Casaldáliga… ¡Ahora! ¡Ya! El Reino de Dios avanza y, nosotros y nosotras vamos en él, caminamos haciendo historia, historia de los y las humildes de nuestro mundo. No dejemos de caminar, de soñar despiertos y despiertas… Vivamos de Esperanza.


Para ir terminando, mediante otras tantas palabras que serían siempre insuficientes para describir lo que el alma siente, como diría Julio Cortázar, pero que se acercan y me ayudan a seguir compartiendo con ustedes lo que siento. Hace unas semanas me reencontré, casi de casualidad, con estas líneas que escribí justo antes de llegar a Nicaragua hace más de dos años, ahora son de mayor agradecimiento todavía; habiéndolas adaptado para este momento:


“Gracias… Tú ya sabes lo que siento, antes que te lo cuente.  Conoces mis luces y mis sombras. Lo conoces todo de mí mientras que yo no dejo nunca de preguntarme quién eres y lo que quieres de mí. Conoces mis agobios y preocupaciones, al mismo tiempo aquello que me hace soñar. Siento que en muchos momentos tus sueños y los míos coinciden. Son los que me llevaron a este tiempo y espacio que hemos compartido juntos en Nicaragua.

Es imposible reducirte a palabras, pero si tuviera que hacerlo, diría que eres PRESENCIA. Una presencia que todo lo puede y, en la que sobre todo te manifiestas con amor, con compasión, desde lo pequeño e insignificante de cada día para muchos. En la que no dejas de hacerte presente en el camino de mi vida y lo haces no solo de mi familia, sino también de mis amigos y amigas, que en este tiempo se han multiplicado, ahora ya por América; mostrándome que la solidaridad y la justicia no entienden de fronteras.  


Juntos nos hemos comprometido, alegrado, reído, trabajado, luchado, cansado, ofuscado, en algún que otro momento, enojado, perdonado, amado, llorado, mojado, sudado, cocinado, bailado, jugado, pintado… sencillamente, entre otras tantas cosas más, hemos vivido.  Y lo seguiremos haciendo porque creemos en un mundo más Tuyo. Donde se haga más presente y visible tu Reino, siempre de Justicia, de Paz, Amor y Verdad.
 
Gracias, Jesús, amigo y compañero de jornada, porque durante todo este tiempo también me has ayudado a conocerme mejor.  Y me llevas a comprender el mundo y la vida con otros ojos. Porque en estas últimas semanas has ido convirtiendo mis miedos en tranquilidad y confianza. Sigue regalándome, a tu modo, paciencia, sencillez y apertura de corazón; para poder ser así más sensible y seguir aprendiendo todo lo que me tienes preparado, y ya estoy recibiendo.
 
Ayúdame a estar siempre al servicio y que allí donde esté sepa seguir anunciando tu Palabra y denunciando la injusticia, pudiendo colaborar con vos a liberar a los oprimidos y oprimidas de nuestro mundo, donde me encuentre, sabiendo acompañar a los que más sufren. 
Porque creo en ti y sé que te encarnas especialmente en quien más lo necesita. Ayúdame a seguir reconociéndote aún más a través de las personas que seguirás poniéndome delante. Como siempre gracias por todo, por el regalo que me has hecho, por tanta vida regalada y entregada en este rinconcito de tu América, tan tuya, tan nuestra, que ahora la siento mía.” Agradecido siempre. Pablito.


2 comentarios:

  1. Muchas GRACIAS Pablo.
    Ana Cirujano

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  2. Contento de haberte acompañado a través de esta web. Mucho ánimo con la nueva andadura. El Señor te lleva, hermano!
    Un fuerte abrazo!

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