Cansado
del fin de semana me dispongo a compartir la fiesta de Pentecostés. Después de
más de 15 horas “ruteando” (agarrando varios buses, en los que no en todos entraban mis grandes piernas), entre ida y vuelta, para
llegar a Santo Domingo, en el norte de Nicaragua. Bismark y yo, además de
recorrer medio país, pudimos compartir nuevamente con su comunidad después que
lo hiciéramos para semana santa.
Llegando
en camioneta, en sus últimos 10km por una pista de tierra, recordaba lo que me contaban algunos jóvenes
que iban al instituto a Telpaneca (pueblo vecino); los cuales tenían que bajar
y subir andando cuando no les llegaba para el pasaje. Todo un sacrificio para
poder estudiar, así como para otras actividades cuando bajan a Managua y se
pasó la hora de subida de la camioneta.
Bismark
y yo, al preguntarles cómo estaban decían que regular-bien. Ya que nos
compartían los verdaderos estragos que había provocado la roya (una plaga) a la
mayoría de plantaciones de café. Lo cual ya ha obligado a algunos familiares y
vecinos a migrar, aunque sea temporalmente, a otros lugares de Nicaragua como
también a Costa Rica y El Salvador. Su desánimo también se unía a la tan
necesaria lluvia que todavía no caía en los campos después de todo el verano.
Llegando a tener restricciones en el agua en varios sectores de la comunidad,
en el que estábamos llevaban cuatro días sin agua. Cuánto más se nota cuando
las economías familiares son de subsistencia, propias del campesinado.
Pero
si Pentecostés es ante todo esperanza, ¿cómo anunciarla, vivirla y compartirla
a pesar de todo? No dejaban de agradecernos que estuviéramos acompañándoles.
Destacando la importancia de sentirse unidos a pesar de las dificultades,
tratando de mirar con confianza al futuro. Celebrando así el cumpleaños de la
Iglesia, sobre todo de las pequeñas comunidades, humildes y sencillas, como
Jesús las quería. Pudiendo compartir al mismo tiempo con los niños/as y jóvenes
sus esperanzas.
Ya
de vuelta después de este viaje casi relámpago y con la sensación de haber
estado casi todo el fin de semana dentro de un bus. Pudimos llegar al final de
la celebración que tenían nuestras comunidades de Managua. Pudiendo sentirnos,
como siempre, parte de ellas. Las cuales también realizaron una marcha a favor
del medio ambiente.
Me
despido una semana más, pero con más esperanza, hasta la próxima… dejándoos
también estas palabras:
Señor, Jesús, somos misioneros porque
hoy nos sigues invitando a ir al mundo entero a anunciar y construir el Reino
de Dios. Un Reino de justicia, donde superemos las desigualdades que provocan
que unos tengan tanto y otros tan poco. Un Reino de paz, donde ni el dinero, ni
el poder, ni el odio logren que dejemos de ver en el otro a nuestro hermano/a. Un
Reino de libertad, donde las democracias sean reales, y donde el consumismo, el
“que dirán”, el miedo o la indiferencia no maten nuestra apertura a la voz del
Espíritu. Un Reino sin fronteras, en el que nadie sea extranjero, en el que la
diversidad de culturas y religiones se convierta en una riqueza y no en un
problema. Un Reino donde la experiencia del encuentro contigo transforme
nuestras mentes, sensibilice nuestros corazones y ponga en acción nuestras
manos para que podamos vivir con la dignidad de hijas e hijos de Dios.
Pablo gracias por esta experiencia...
ResponderEliminarNosotros por aquí, muy bien, comenzando la semana del 24. Te puedes imaginar como estamos liados en preparativos y metidos en algunos follones.
Gracias a tus entradas en el blog, me ayudas a parar y a darme cuenta que lo importante no son todos estos preparativos, sino donde ponemos realmente el corazón y creo que en está, tú experiencia, estas poniendo el corazón en el mejor sitio posible, conociendo a esa comunidad de creyentes... y esto nos ayuda aquí al otro lado del charco a parar y a pensar que tb nuestro corazón debe de estar puesto en los más necesitados.
Un fuerte abrazo y rezo por ti en la novena de nuestra Madre la Auxiliadora...
pdt; Hoy lunes nuestro amigo Xavier se ordena de cura.
Hola Pablo, muchas muchas gracias!!! Aprovecha a sentir la intensidad de las vivencias, aquí a veces nos hemos acostumbrado a no exponernos a sentir de esa manera!
ResponderEliminarUn abrazo
Ana
Que el Espíritu del Señor te siga iluminando y te ayude a aprender retazos de vida de esos nuestros hermanos.
ResponderEliminarUn abrazo y una oración.