Cada día voy disfrutando más mi caminar por Nicaragua. Descubriendo nuevos sabores de la vida, así como formas nuevas de mirarla y vivirla, de mimarla, siempre al suave. En lo que va aconteciendo cada día, de encuentros y momentos vividos. Siendo cada uno de ellos una oportunidad para disfrutarla. Algo que estoy experimentando y saboreando quizá como nunca antes lo había hecho. Todo un regalo que me está llevando poco a poco, como es este proceso, a comprobar muchos más y pequeños detalles de la realidad. Como expresión y ejemplo de esto mismo comparto con vos (contigo) lo que me sucedió.
Don Sergio es un vecino que vive en la casa contigua donde sita el Proyecto Samaritanas, un hombre cordial, amable y cercano, así como su mujer Ileana. Al llegar el lunes para entrar en el Proyecto me lo cruce en la calle y me preguntó cómo me había ido el fin de semana, al contestarle que muy bien, me dijo: "Dele pues, Pablo, dé gracias por lo bien que le fue. Así es. Y si algún día le duele algo, no deje de dar gracias también. Porque llegará otro día en el que podrá contar lo que le dolió." Con esta sabias palabras me dio sus particulares buenos días, las cuales no dejaron de resonar hasta llegada la noche. Recordando los buenos y no tan buenos momentos vividos en todo este tiempo, no ajenos tampoco de sufrimiento. Los cuales me están ayudando a crecer y madurar. Pudiéndome, de este modo, ir a la cama diciendo alegre: ¡Vivo, estoy vivo!
Curiosamente llegado el viernes ya por la tarde, siendo la hora de marcharnos, al volver de acompañar, aunque fuera por un momento, a una mujer que en ese día había perdido a su marido en una trágica situación; me encontré con don Sergio en la puerta de su casa. Acordándome de nuevo de las palabras que me dijo, pudiéndole dar las gracias por su consejo. Lo cual favoreció que pudiéramos platicar (hablar) amigablemente por un rato. Me seguía comentando lo importante que es valorar lo bueno que tiene el día a día, las pequeñas cosas que nos suceden, las personas con las que nos encontramos. Y cómo despreocuparnos por tanto que lo hacemos, disfrutando del devenir de cada día. Lo hacía todo esto hablando desde su propia vida. Cómo su experiencia de haber vivido en el extranjero o el tiempo que luchó en la guerra le ayudaron a valorar más los pequeños detalles de la vida. De hecho, me dijo que durante la guerra se dio fuertemente cuenta de ello cuando una noche tan solo pensaba y valoraba el imaginarse comiendo una tortilla acompañada de una coca-cola. Valorando su vida ante el riesgo de perderla en combate, habiéndose sentido en una situación en la que fácilmente la hubiera perdido.
"Cada día es diferente aunque haya veces que sintamos que cada semana hacemos lo mismo. Pero no siempre hacemos lo mismo porque nos encontramos con personas y situaciones que no siempre son igual. Por eso cada día tiene un nombre distinto: lunes, martes, miércoles..." jaja
Siguiendo en su reflexión, me decía: "Todos tenemos una razón de estar y de vivir, por la cual tenemos que dar gracias de poder disfrutarla. Usted mismo tiene una razón por la que está aquí, en este proyecto, algo para su vida y para los demás. Sólo Dios sabe lo que le tiene preparado y ya le está regalando." Riéndose añadía: "Quizá se case con alguna de sus compañeras o sea otro el motivo importante que le aguarda".
Terminaba contándome cómo esa mañana se había levantado con tan solo unos córdobas para pasar el día, pero que al ir a gastarlos para comprar comida para el día. Por una casa por la que pasó, una mujer para quien le está haciendo un trabajo, le entregó como adelanto 500C$. Recordándome así lo importante de no obsesionarse por el dinero, así como de otras tantas cosas que suelen ocupar nuestra mente y corazón y que no nos dejan dormir a veces. "Hay pocas cosas por las que realmente merece la pena perder el sueño y la vida. Cuántos problemas realmente son importantes. Hay tanto por lo que disfrutar y dar gracias que nos sucede cada día". Y es que cada día, cada vez, soy más consciente de ello, de tantos pequeños detalles que están ahí. De comenzar a valorar mucho más la oportunidad que es cada día, cada persona con la que me encuentro. Verdaderamente vivir la vida así merece la pena.