La
semana pasada, tanto Juan Muñoz como el de la “Quinta”, aprovechando unos días
de vacaciones, estuvieron en Río San Juan. Reserva de la biosfera declarada por
la Unesco. Se trata de un río que recorre unos 200km del sur del país haciendo
frontera con Costa Rica, uniendo el lago de Nicaragua (Cocibolca) con el
Atlántico. Por este motivo los primeros españoles que lo navegaron, Adolfo
Calero y Diego Machuca, lo bautizaron como el “desaguadero de mar dulce” en
1536. Rescato aquí un pequeño texto de las primeras expediciones españolas, que de 139 hombres tan solo sobrevivieron 9: "Cruzamos el Gran Lago con muchas peripecias. Nuestro bergantín enfiló hacia la unión de dos ríos en lo que parecía el final de esta Mar y Dulce (...) el desaguadero del mar interior y la salida al Caribe y España. Pronto los rápidos nos obligaron a seguir a pie. Las selvas eran impenetrables. Era difícil avanzar, el barro nos llegaba hasta las rodillas y los mosquitos de la malaria no nos dejaban descansar. No debíamos detenernos, habíamos venido de tan lejos..."
Ciertamente
si el río hablara cuántas historias contaría: de su relación con los indígenas que
lo habitaban, las expediciones españolas, las aventuras de piratas, la lucha
con los ingleses, la utilización del río como canal para atravesar al Pacífico
desde el Atlántico anteriormente de la construcción del canal de Panamá a
inicios del siglo XX. Sin contar por otra parte, las tupidas riberas selváticas
del río siendo un espectáculo visual en las que habita una rica fauna de
iguanas, cocodrilos, caimanes, serpientes como la boa y aves como el tucán o la
oropéndula.
Todo
lo cual daría para más de una gran novela, siendo todo un incentivo más para terminar
de motivarnos a realizar la aventura que nos propusimos Juan y yo meses atrás.
Teniendo la grandísima suerte de encontrarnos con Manuel y Juan Aguilar, dos
hermanos naturales de El Castillo, que fueron los mejores guías que podíamos
encontrar. Por lo que teniendo la motivación, el tiempo, el lugar y conformado
el equipo, tan solo nos faltaba llegar y reunirnos para navegar y remar en
canoa, durante 4 días, río abajo los 140km que separan El Castillo de San Juan
del Norte, en la desembocadura del río.
Así
que siguiendo el refrán: “A quién madruga, Dios le ayuda”. El sábado 26 de
octubre salimos tempranito en bus dirección a San Carlos, para después agarrar
una panga (lancha) que nos adentró en el río y nos llevó hasta El Castillo.
Viaje que nos llevó unas 12 horas. Donde antes de llegar nos sorprendió
grandemente que media panga se vació en medio del río, en tierra de nadie. ¡Eran
nicas que estaban entrando ilegalmente en Costa Rica!
I ETAPA: El Castillo
– Isla Diamante (20 km)
Antes
de nuestra salida, mientras Manuel y Juan Aguilar, ultimaban los últimos
preparativos pudimos visitar El Castillo, un núcleo de unos 2000 habitantes.
Municipio del río coronado por la impresionante fortaleza Concepción,
construida por los españoles en 1666 para controlar esta estratégica vía de
comunicación fluvial. Castillo que sufrió varios ataques de piratas e incluso
el entonces joven almirante inglés Nelson se atrevió con él, aunque le costara
caer herido.
Ya
río abajo, dando las primeras paladas con el remo, fuimos comprobando
gratamente cómo teníamos todo el río para nosotros solos. Apenas pasaban
ocasionalmente otras embarcaciones, pasando horas y horas disfrutando con la
boca abierta del maravilloso regalo que nos ofrecía la naturaleza.
Conforme
nos íbamos adentrando más y más, de vez en cuando, íbamos entrando a algunos
afluentes del río. Los cuales nos permitían conocer otra cara del río,
asombrándonos de cómo todavía más la selva abrazaba el río. El primer afluente
en el que nos adentramos fue el Bartola, ahí pudimos descansar un poco y
comprender mejor de donde puede venir el dicho: “Estar tumbados a la bartola”,
pensamos nosotros.
Pero
también tras pasar el primer puesto fronterizo militar, nos adentramos en la
Reserva Natural de Indio-Maíz, poniéndonos antes nuestras botas de hule por el
mucho fango que íbamos a pisar. Indio-Maíz puede ser una de las zonas de
América más rica en fauna y en la que habitan diversas especies abundando los
manatíes y el animal que mata saltando, el jaguar. Menos mal, por suerte o
desgracia, que no nos lo encontramos. Esta reserva tiene una extensión de unos
2.640km2 y es considerada una de las pocas zonas de selva virgen que
quedan. Presente durante todo la travesía cada vez que mirábamos al margen
izquierdo del río, la ribera de Nicaragua. En esta reserva pudimos conocer un
sin fin de propiedades naturales: el chicle natural, el camote (utilizado en
infusión puede provocar la muerte), el caucho y así como otras plantas que se
utilizan como anestésicos. Pero también algunos pequeños animales como dos
ranitas: la Blue Jeans (porque sus patitas de atrás son azules) o la
guerrillera (porque es moteada como si llevara camufle).
Al
continuar nuestra travesía y al ir cayendo la tarde llegamos hasta la Isla
Diamante, la cual se formó a raíz de un barco de vapor del siglo XIX, que
llevaba ese nombre y se hundió en el río, permaneciendo todavía visibles
algunos de sus restos. Un escenario perfecto para que Juan Aguilar se deleitara
contándonos diferentes historias de miedo, como la del Mechudo, un fantasma que
habitaba el río.
Querido Pablo:
ResponderEliminarDe nuevo gracias por tus entradas... nos ayudas a pensar un poco.
Sabes que estaba yo un poco preocupado, echaba de menos tus entradas en el blog, estaba a costumbrado a tus entradas semanales... Me alegro que sigas bien y disfrutando.
Yo estoy muy bien, como siempre...
Un saludo y un fuerte abrazo
Aquí estoy Javi!!! Simplemente no había tenido tiempo para poder compartir como hasta ahora. Me alegro que estés bien, eso es importante, más para entregarse mejor a los demás. Gracias por tus palabras, también me alegra que sirva y nos haga reflexionar. Este finde que viene, la siguiente entrega del Río San Juan. Te mando otro fuerte abrazo que cruce el atlántico. Pablo
EliminarRecordado Pablo: me alegra saber de tí y vislumbrar que estás bien. Sólo espero que ya estés escribiendo la novela del viaje... los temas para cada capítulo se acumulan!!!.
ResponderEliminarUn abrazo con afecto.
Jajaja Y tanto!! Podrían salir varias novelas. Este viaje podría ser el relato perfecto también de uno de los viajes de Javier Reverte. Le daría mucho juego visitar y conocer este lugar, su historia, su belleza incomensurable.... Gracias por estar ahí, Gloria. Besos.
EliminarFelicidades de nuevo Pablo, ciertamente deberías pensar en hacer una novela que narre toda tu formidable experiencia. Ayer tuve una sesión con un grupo de voluntarios/as que están haciendo un curso, mayoritariamente universitarios, y pasamos una gratísima experiencia en los salesianos de Campello. Me acodé de ti y pensé: cuando estés de nuevo por aquí tenemos que hacer algo juntos..., que sigas disfrutando,
ResponderEliminarUn gran abrazo,
JavierD.
Claro que sí, Javier!! Aunque no me considero el mejor ejemplo, con todos mis errores y meteduras de mata también, eso me hace más humano. Pero sin duda que está siendo una gran experiencia que me está transformando. Gracias Javier, por tus palabras, por acordarte de mí. Te mando otro abrazote, Pablo
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