domingo, 17 de noviembre de 2013

Río San Juan II



II ETAPA: Isla Diamante – Isla El Reloj (40km)
Al despertar al día siguiente en nuestras hamacas, descubrí encima de mi plástico (por si llovía) una araña considerable. Para entonces, Juan Aguilar, bautizado como “Botas blancas”, por el color de sus botas de hule, acababa de terminar de preparar el desayuno. Así que nos cuerpos siguieron reponiendo energías con el sabroso plato que nos preparó, como cada una de sus cocinas. Energías necesarias para afrontar los kilómetros que nos esperaban. A partir de este día nos iba a tocar remar más cada jornada.



Río abajo podíamos entretenernos disfrutando de ver cómo cruzaban de un lado a otro del río los tucanes y un sinfín de aves como el gavilán; las iguanas  y algún camaleón tomando el sol en las ramas de los árboles. Sin contar cómo pasaban de unas ramas a otras los monos araña y congo, dando unos aullidos espantosos. Mientras tanto esperábamos ansiosos poder ver algún cocodrilo o caimán.

Mientras tanto aprovechamos a cobijarnos del sol en otros de los afluentes del río, allí pudimos limpiar los peces que había pescado Manuel de buena mañana. De este modo casi teníamos la comida de ese día, más lo que llevábamos.



Continuamos remando y para refrescarnos pudimos tomar algún que otro coco helado, así como alguna piña, algo que se agradecía enormemente. Un rato después los dos hermanos Aguilar se pusieron a llamar a los caimanes hasta que apareció uno que consiguieron atrapar muy ágilmente. En tan solo dos días, cada vez nos quedaban menos especies que encontrarnos, de la gran variedad que hay.


Disfrutando de la flora y la fauna que se iba abriendo a nuestro paso, íbamos acercándonos al atardecer, siendo las horas que más me gustaban del día por la luz tenue que daba al río y la selva. Llegando esa tarde al ensanche de Boca San Carlos, donde confluyen en el río dos afluentes, uno de Nicaragua y otro de Costa Rica. Por lo que el cauce del río de duplicó al llegar a este punto, pasando de unos 250m aproximadamente a los 500-600m. Algo impresionante para mí, descubriéndonos ahí en medio, rodeados además de los árboles de las riberas que podían medir más de 50m. Estar ahí te hace sentirme sumamente pequeño.


Al caer la noche nos refugiamos en otra de las islas del río, la del Reloj; pudiendo haber remado un poco con las estrellas como testigos de nuestra aventura. Ya en dicha isla con un poco de fango pudimos iluminarnos con el fuego de cada noche, el cual se aprovechaba para cocinar. Acompañados siempre por alguna Toña (cerveza nicaragüense por excelencia), pudiendo seguir compartiendo entre bromas lo que había sido nuestra jornada.


III ETAPA: Isla El Reloj – La Tigra (Costa Rica) (40km)
Al amanecer continuamos río abajo, siendo en este día cuando por fin pudimos ver algunos cocodrilos aunque fuera de lejos. No dejándonos por ello de impresionar, alguno de los que vimos medía hasta 4 metros. Los cocodrilos son el principal peligro de este río ya que están a lo largo de todo el río, y cuando más se ven son en los meses de verano tropical porque hay más bancos de arena. Todos los años siempre hay alguien que muere por descuido por el ataque de alguno de ellos.



En este día pudimos seguir disfrutando de todo lo mencionado y de nuestra compañía. Además de tratar de pescar sin tener suerte esta vez. Remo a remo fuimos pasando las horas buscando las sombras de los árboles de las riberas, aunque desgraciadamente habiendo sido deforestado el lado de Costa Rica por una carretera que construyeron. Por lo que cruzándonos de un lado al otro del río, no dejamos de contarnos chiles (chistes) y adivinanzas que no cesaron de entretenernos y hacernos pensar. O platicar (hablar) con Manuel sobre su accidente dando gracias por estar nuevamente disfrutando de su paraíso, como él decía. Así hasta llegar hasta el punto en el que estaba planeado que pasáramos noche: La Tigra, en territorio Tico. Así hasta al día siguiente, donde nos llovió nuevamente de noche.

IV ETAPA: La Tigra (Costa Rica) – San Juan del Norte (40km)


Ya por último, habiendo recorrido 100km del río, nos quedaba arribar a la meta de nuestro sueño, teniendo que vencer el duro sol que hizo ese día y el cansancio que iba haciendo mella paulatinamente. Fue posiblemente el día que más nos dejamos llevar por la corriente. Así hasta ir acercándonos cada vez más al delta del río, con su posterior laguna y manglar. Siendo éstas nuevas panorámicas que nos ofrecía el río. Pudiendo llegar finalmente hasta San Juan del Norte, o también llamada de Nicaragua. Donde llegamos, como no, al atardecer con el asombro de algunos de los lugareños por la hazaña conseguida.


Ya al día siguiente, al no poder continuar nuestro viaje por el Caribe, como nos hubiera gustado, dimos media vuelta y nos dirigimos de nuevo a El Castillo para visitar al siguiente día el archipiélago de Solentiname. (Dedicada una próxima entrada).

Esta experiencia ha sido una pasada, creo que ha sido el mejor viaje que he hecho hasta ahora. El cual nos ha permitido al mismo tiempo desconectar y conocer otra realidad bien diferente a lo que conocíamos de Nicaragua, especialmente de Managua. Ha sido un contacto pleno con la naturaleza. Todo un regalo en el que cada noche no dejo de soñar con él. Ahora cuando me preguntan, no dejo de recordar este río tan lleno de vida y me viene tan solo un adjetivo: ¡Salvaje! Y no dejo de cuestionarme tampoco internamente si he estado en el paraíso.


4 comentarios:

  1. Gracias por compartir esta experiencia!

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    1. Gracias a ti, Carmen, por hacerte partícipe de ella. Un beso, pablo

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  2. Después de ver estas imágenes que has compartido y este ¡salvaje rio! no dejo yo también de pensar ¿cuándo me lo voy a hacer yo? ¡je,je!. Seria fenomenal poder compartirlo contigo y que me acompañaras en ese descubrimiento del paraiso...

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