domingo, 18 de enero de 2015

Costa Caribe

Una cosa es hacer turismo y otra bien distinta, aunque pudiera ser parecida, es la de viajar. La diferencia entre la una y la otra podría ser la apertura a lo nuevo y desconocido, entrelazado con las personas con las que uno en su viaje va conociendo, quienes son las que le van mostrando no solo nuevos lugares, sino su historia, desde su vida. Lo cual da lugar al mismo tiempo a diferentes anécdotas que siempre recordaremos quienes compartimos el viaje. Algo así ha sido nuestro viaje a la Costa Caribe de Nicaragua, algunos la llaman “la otra Nicaragua”. Porque cuando uno llega le da la impresión de encontrarse en otro país, en una cultura totalmente diferente a la del Pacífico, donde se concentra la mayoría de la población de Nicaragua y su identidad cultural que la gente puede conocer.


Es una oportunidad poder viajar a nuevos lugares, más cuando se tiene algo de dinero ahorrado para poder hacerlo y tiempo (de vacaciones); ahora ya estando de nuevo a la carga con el trabajo de cada día, que no es poco. Cabe decir, que muchos/as nicaragüenses no conocen la mayoría de los lugares y rincones de su país por falta de recursos propios para poder hacerlo. Por eso no deja de ser una suerte poder ir a conocer, y ahora compartir este viaje que duró toda una semana.


Después de salir de noche y pasarla en un autobús, llegamos para esperar al amanecer en el Rama, junto al Río Escondido, la llamada “Puerta del Caribe”, que nos conduciría por panga (lancha) hasta llegar a Bluefields, una de las principales localidades de “La Costa”, como simple y llanamente le llamamos los que vivimos en Nicaragua. Dicen que su nombre se debe a un pirata holandés, que como otros utilizaban este litoral como refugio. En Bluefields tuvimos ocasión de poder recorrer la ciudad y comprobar al mismo tiempo lo diferentes que son muchas casas, especialmente las que sobrevivieron al huracán Joan en 1988. Todas ellas con cierto estilo inglés conjugado con algún detalle caribeño, dispuestas para este clima.


Allí mismo pudimos visitar el museo de la ciudad y centro de estudios socio-culturales, dependiente de la BICU, una de las dos universidades de la Costa. Pudiendo conocer y hablar con su director Donald Byers, quien nos contó algunos de los hallazgos arqueológicos de toda la zona, habiendo indicios de muchos más. Posiblemente los restos humanos más antiguos encontrados en toda la región centroamericana. Además de la diversidad cultural y de intercambio que seguía existiendo entre las diferentes etnias y comunidades indígenas existentes.


Y de nuevo salió el canal a relucir con el que quieren partir en dos el país, no solo por la división que está trayendo al pueblo de Nicaragua. Ya que la ejecución del mismo por la parte Caribe pondría en peligro no solo algunos de los hallazgos arqueológicos, sino también el sistema de intercambio de las comunidades que quedarán a un lado y otro del mismo. Además de otros daños no solo medioambientales que afectaran directamente a la vida de sus pobladores. De ahí la primordial necesidad de restitución o compensación ambiental y cultural no aclarada por el gobierno ni la empresa china que ejecutará esta megalómana construcción. Parece que las minorías, como en otras partes del mundo, nuevamente son olvidadas y desconsideradas por el poder político hegemónico, más si va acompañado del nuevo neocapital (nunca mejor dicho tratándose globalmente de los chinos).


 Como decíamos anteriormente, en Bluefields como en cualquier otro lugar costeño, te puedes percatar que no solo es una cultura diferente, sino un crisol de muchas culturas y una variedad de pueblos indígenas. Así pues podemos encontrar a los Rama, los Miskitos, Creoles, los “españoles” (denominando a quienes llegaron de la zona del Pacífico), los garífonos, los descendientes africanos productos de la esclavitud… Prácticamente en toda la Costa, además de las lenguas indígenas, sobre todo se domina y habla el inglés, llamado también inglés criollo, por la mezcla en ocasiones de las diferentes lenguas. Mucha de la población también domina simultáneamente el español, pero su habla en toda la zona fue mucho más tardía. Puesto que la colonización española no llegó a desarrollarse y dominar como lo fue la zona del Pacífico, por lo que la Costa Caribe quedó al margen, quizá también por lo inaccesible de algunos de sus territorios y también por la fuerte resistencia de los pueblos originarios que la habitaban y lo siguen haciendo, ahora con un mayor mestizaje que entonces. El mismo que ha conformado la realidad multiétnica que se halla en la Costa.



Durante los últimos siglos de historia fueron los ingleses quienes pretendieron dominar la zona, llegando a ser un protectorado, reconociendo al rey Miskito y armando a su pueblo para controlar y dominar al mismo tiempo a las demás etnias coexistentes. No es hasta el último tercio del siglo XIX, cuando ya Nicaragua independiente reivindicó la soberanía de todo este territorio que se extiende por la costa atlántica de lo que es hoy el país. Llegando a tener una dominación militar y política, pero no tanto cultural. De ahí que se impusiera el aprendizaje del español. Ahora lengua cooficial tanto en la Región Autónoma Atlántica Norte como Sur, siendo la denominación y consideración diferente respecto al resto de departamentos del país.


Hablando de Miskitos… Pilar, Vanesa y un servidor, tuvimos una pequeña anécdota en nuestra visita a la Laguna de Perlas y algunas de sus comunidades indígenas miskitas vecinas. Cuando llegamos a una de ellas nos recibió muy amablemente un lugareño miskito, Wilson, quien nos acompañó por toda la comunidad, que Pilar ya conocía como a otra que fuimos después llamada Awa. Nos ofrecía desde ver monos hasta cocodrilos, sino comer en su casa un rondón (comida típica de la Costa). Al decirle que queríamos ir a la otra comunidad, él se ofreció gustosamente a acompañarnos. Ya en Awa, nos recibió Orlando con su familia, quienes nos ofrecieron quedarnos en su casa. Al tratarse ya de medio día aceptamos la invitación, así como unos cocos y finalmente el rondón. Al ver tanta insistencia, nuestra mentalidad y lógica del intercambio occidental nos hizo preguntarles si tenía un coste todo lo que nos habían ofrecido sin haberlo aclarado antes por su parte. Diciéndonos que sí, no siendo mucho, y preguntándoles si iban a medias tanto Wilson como Orlando.


Tanta fue su insistencia en que nos quedáramos que nos dijeron que esa misma tarde habría un juego de máscaras en la comunidad, siendo una danza típica propia. Al acabar de almorzar, Orlando nos dijo que no habría tal juego de máscaras, por el que también nos habíamos quedado allí. Ciertamente todo fue diferente a como nos había dicho. Pagándole lo justo desde lo que nos había ofrecido finalmente.

Pero no acabó todo ahí, Wilson quien nos había acompañado anteriormente hasta Awa, regresó nuevamente a por nosotros para acompañarnos a salir de allí. Algo para nosotros innecesario ya que conocíamos ya el camino, pero ante su insistencia dejamos que nos acompañara nuevamente. Sin saber que también su compañía tendría un coste aunque fuera mínimo, haciéndonos confundir entre amabilidad e interés lugareño. Al llegar al final de su comunidad le dijimos que ya podíamos llegar nosotros solos, a lo que nos pidió que cuánto le íbamos a dar por su compañía. Sorprendidos hablamos con él de nuestra percepción de cómo se había dado todo. Al mismo tiempo le aclaramos que le habíamos pagado a Orlando pensando en una parte para él. Algo en lo que él estaba inconforme, por lo que no dejaba de insistirnos. Tanto que fue a llamar al juez miskito para que ayudara a aclarar el malentendido. Wilson le argumentaba al juez, medio en miskito y en español, que no podía llegar donde Orlando ahora porque no le iba a retribuir su parte correspondiente. Siendo nosotros quiénes teníamos que aclararlo. Así que el juez tomó la decisión de acompañarnos hasta Laguna de Perlas para saber donde nos alojábamos, porque de no aclararse el conflicto vendrían Orlando y Wilson a buscarnos a la noche.  



Por poco casi nos vemos en un juicio miskito… por unos dólares de más. Menos mal que decidimos aclararlo allí mismo y pagarle algo más a Wilson, evitando otras repercusiones mayores que desconocemos cuáles podrían ser. Después nos contaron que los miskitos es la etnia más aguerrida de toda la Costa. Todo quedó ahí sin mayor importancia. Lo que son las diferencias ¿verdad? Habiendo sobrevivido a esta pequeña disputa miskita, continuamos con nuestro viaje. Compartiendo otros lugares, personas y alguna que otra aventura más en la Costa. Lo seguimos haciendo en la siguiente entrada de “La Quinta”, así que nos volvemos a encontrar pronto. Antes bien, como no podía ser de otra manera, nos despedimos con música. "Nada se quedó... en mi propio corazón... Un gigante que despierta... y ya nada detiene". ¡Qué coincidencia!

2 comentarios:

  1. Pablo , muy ameno tu relato , me hiciste compartir los episodios del viaje como si estuviera alli con Uds. Gracias por que me estas haciendo conocer tu tierra que es muy bella.
    Un abrazo Ricardo desde Buenos Aires

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    1. Muchas gracias Ricardo por tu comentar, como siempre. Aunque no soy nica, sino español, me identifico con lo que sigo viviendo y compartiendo en Nicaragua. Otro abrazo que llegue de Nicaragua a Argentina, cruzando toda Latinoamérica. Claro que sí. Pablo

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