“Este es mi pasaporte
para salir de la calle, me voy a comer esa radio”. Palabras de una de
las mujeres mientras hacíamos su solicitud para una de las becas técnicas en la
carrera técnica de computación. Con su mirada clavada en mis ojos me contaba llena
de ilusión las ganas que tenía de formarse para trabajar en una radio de
mujeres de su localidad fuera de Managua.
Y
es que hablar de inicio de año es hablar de inicio de curso en Nicaragua,
comienzan en febrero la primaria y secundaria de las escuelas públicas, así
como muchos cursos de capacitación técnica. Y así en Samaritanas el trabajo se
multiplica recepcionando las muchas solicitudes de las mujeres que quieren
aprovechar becas escolares para sus hijos/as, consistiendo en un apoyo en los
útiles y uniforme escolar; o bien, en la posibilidad de estudiar una carrera
técnica ellas mismas o sus hijos/as adolescentes o jóvenes.
Hay
veces que la pobreza en la que viven las mujeres les lleva en ocasiones a no
saber la talla de ropa que utilizan sus hijos/as o ponían tallas diferentes a
la de los uniformes escolares. ¿Cómo es posible? Nos preguntábamos, pero algo
muy normal cuando nunca han comprado ninguna prenda en una tienda, prestando
ropa y comprando por comparación al montón en las famosas pacas, donde se vende
la ropa defectuosa o de segunda mano que no quieren en los EE.UU.
Posiblemente
este apoyo ha hecho también que las mujeres en situación de prostitución, que
tienen hijos y solicitaron la beca escolar, no hayan tenido que salir a la
calle durante varias noches pensando en cómo conseguir el dinero para el
material escolar de sus hijos/as. Y qué alegría al comenzar nuestros talleres
cómo muchos de los niños/as y adolescentes se mostraban alegres porque ya iban
a comenzar la escuela o también poder aprovechar una carrera técnica en
computación, belleza o repostería. De igual modo las adolescentes de Casa Hogar
lo manifestaban en el taller que realizamos en relación a la educación como un
derecho y una oportunidad, antes de entregarles sus materiales escolares y
técnicos.
Posiblemente
este año ha sido uno de los que más becas se estén facilitando y acompañando desde
Samaritanas. Más de 140 becas escolares y más de 30 técnicas. En gran parte
financiadas por Entreculturas y Profesionales Cristianos de España. Aunque por
otro lado no deja de ser un quebradero de cabeza del que ya estamos saliendo
para ajustar, y hasta a veces multiplicar el material para llegar a cuántas más
familias mejor. Es sin duda una gran alegría que las mujeres, y especialmente
sus hijos/as, pueden contar con este fundamental apoyo. Y es que hablar de
becas es hablar de oportunidades, en definitiva, al mismo tiempo es apostar y
comprometerse por la educación, es hacerlo por una vida digna para todos y
todas. Como decía una campaña que apoyó hace unos años Samaritanas: “Con salud
y educación sí tengo chance”.
“Lo único que puedo
dar a mis hijos es la educación. Les podrá faltar de todo pero espero que
siempre pueda tener para la educación de mis hijos. Solo quiero que salgan
adelante, es todo lo que puedo esperar”. Estas son las palabras que me decía, en la
primera entrevista, una de las mujeres que estaba llegando a Samaritanas hace
un par de semanas.
Así
llegó de la mano de su hija de 10 años, a quien conocí caminando por las calles
del barrio del Proyecto. Preguntándome ella si podía venir a los talleres, ya
que había escuchado a otras chavalas de su barrio hablar de los mismos.
Invitándole a llegar antes con su mamá para poder conocernos. Cuando llegaron
comenzamos a hablar, invitando a su hija a dibujar y pintar en otra sala, ella
me empezó a contar como era su familia, como hacía para salir adelante y cómo
se sentía. Me dijo que ella no era una
soltera ni separada, sino una mujer “sola”; al no contar con el apoyo del padre
de sus cuatro hijos, entre los 3 y 12 años de edad. Como muchas mujeres
nicaragüenses. Saliendo adelante, por decirlo así, con lo poco que gana lavando
y planchando, sin haber llegado a terminar la primaria.
En
el desarrollo de esa primera entrevista, escuchándola, me decía que nunca había
compartido con nadie mucho de lo que estaba contando, de sus preocupaciones, de
sus problemas. Ni siquiera con su madre o hermanas. “Si quiere, siéntase libre de poder hacerlo en este momento…” Recalcando su soledad nuevamente de una u otra forma. Desahogándose entre lágrimas
como se sentía. Fue entonces cuando su hija salió con diferentes hojas de la
sala contigua, interrumpiéndonos nos mostró lo que había pintado, entregándole
uno de sus dibujos a su madre en el que decía: “Te quiero mamá”. Mirando a su hija, entre lágrimas, le sonrió… “Parece que no está sola… Amiguita, sabes
que tu mamá tiene cuatro tesoros”… Respondiendo la pequeña: “Somos sus cuatro hijos”. Dándose
entonces las dos un fuerte abrazo y un beso. Algo nuevo está naciendo, de verdad, ¿no lo notáis? (Is. 43, 18-19).
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