martes, 10 de marzo de 2015

Muchas gracias, muchos queques


Estos días han sido días de muchos encuentro llenos de agradecimiento y desde ese sentimiento se han ido sucediendo diferentes despedidas: en Samaritanas, en mi Comunidad de Valle Dulce, en la reunión de los lunes… Todas ellas con mucho detalle y sobre todo cariño. Acompañadas también con un toque dulce, que nos ayudó a celebrar la vida, este momento, una vez más. De ahí el muchos queques (tartas), muchas gracias.


Comparto ahora estas palabras que me han servido para agradecer tanto vivido... Después de estos dos años tan intensos qué puedo decir, resulta complicado resumir en palabras todo lo vivido y compartido… No es fácil, pero vamos a intentarlo, como siempre hemos hecho juntos. Ha sido tan intenso, que siento que he cambiado. Lara me decía hace unos días, desde su mirada antropológica y siempre amigable: “Todo encuentro cambia”. Ustedes  sin duda me han cambiado, al  compartir nuestras vidas, y me han hecho necesariamente mirar la realidad con otros ojos. Todavía es pronto para saber hasta qué punto, quizá el tiempo me ayude a saber hasta dónde. De ante mano, les digo a todos/as: GRACIAS por tantos encuentros. Y al mismo tiempo PERDÓN, si por mi parte he podido provocar algún desencuentro no remendado. Encuentros todos, en los que siempre encontré acogida, alegría y mucha cercanía, y conforme fue pasando el tiempo, un gran cariño.


Llegados a este punto, siento que estas palabras que diré cobran mayor sentido: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has dado a conocer a los pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu voluntad.” (Lc. 10, 21b). El gran regalo que he podido recibir en este tiempo indudablemente son ustedes mismos/as, sus personas. El haber podido vivir entre ustedes, compartiendo sus luchas, ahora las nuestras; su pasión por la vida, su compromiso y el trabajo por la justicia, confiando siempre en un Dios liberador para todos y todas sin excepciones.


Llegar a América y visitar El Salvador, antes que Nicaragua, y poder repasar más de cerca la vida de Monseñor Romero, el gran profeta de este continente, no fue una mera coincidencia. Siento que me preparó, como antesala, para encontrarme con las consecuencias de las injusticias que él mismo denunció, y ustedes me mostraron. Ahora seguimos luchando como ciudadanos y creyentes por nuestros derechos y nuestro país, y al mismo tiempo como Comunidades Eclesiales de Base por una Iglesia más popular, siempre al lado de los pobres y desde ellos; Iglesia: Pueblo de Dios.


Quisiera parafrasear a Dom Pedro Casaldáliga, otro de los profetas vivos de nuestra América… lo contrario de la fe y la esperanza no es la duda, sino el miedo. ¡No tengamos miedo! Sigamos comprometiéndonos, trabajando, luchando, anunciando y denunciando, siempre en favor una Vida digna y abundante para todos y todas, siendo Buena Noticia; por encima de toda estructura social, política, económica y religiosa, sea cual sea. Pero siempre siguiendo a Jesús hecho carne que camina por nuestras calles, nuestros barrios, nuestro país, nuestro mundo. Sintiéndonos impulsados por él, y como hemos proclamado en otras ocasiones: ¡Porque creemos en el Dios de la Vida, luchamos por la Vida!


Sin duda, juntos hemos caminado... Juntos, hemos luchado contra toda violencia practicada a los niños, niñas, adolescentes y las mujeres. Juntos, nos hemos comprometido por una vida digna para todos y todas, con amor apasionado y esperanza inquebrantable, como nos recuerda con su vida otro de nuestros amigos y profetas vivos, Arnaldo. Juntos, hemos ido de misiones compartiendo la vida, más que austera, de nuestros hermanos y hermanas campesinas. Juntos, en Mokorón y Rancho Grande, hemos defendido la Madre Tierra como la casa de todos y todas, que merece ser cuidada y respetada. Juntos, hemos aprendido a endulzarnos y celebrar la vida haciendo pan y pasteles. Juntos, en Comunidad, hemos compartido nuestra vida y celebrado nuestra fe encarnada en el Pueblo. Juntos hemos vivido momentos llenos de compromiso, y desvelado también otros tantos pequeños, casi invisibles a los ojos, llenos de ternura y esperanza. En mis maletas ya no cabe ropa, son tantos recuerdos… es tanta VIDA la que hemos compartido…



Y ya que ésta, es una historia de amor, de esperanza… de profetas. Me van a permitir mediante este micrófono de profeta, que tantas veces ha sido utilizado en nuestras reuniones, citar y encarnar hoy, en nuestra historia, estas palabras de Isaías: “Pronto, muy pronto, falta muy poco tiempo para que el Líbano se convierta en un jardín y que el jardín, en cambio, pase a ser un zarzal. Aquel día, los sordos oirán las palabras de un libro, y libres de la sombra y de las tinieblas, los ojos de los ciegos volverán a ver. Los humildes aún se alegrarán con Dios y los más pobres quedarán felices con Él, pues ya no habrá más opresor. Habrá desaparecido el que se reía de todos y habrán sido eliminados todos los malvados… (que) niegan por una coma, el derecho del bueno. Por todo esto, así lo declara Yavé.” (Is. 29, 17-22a)

Pronto, muy pronto… los niños, niñas, adolescentes y mujeres de Samaritanas vivirán libres de toda violencia. Pronto, muy pronto… los niños y niñas de NATRAS no tendrán necesidad de trabajar, dedicándose solo a estudiar y a jugar. Pronto, muy pronto… los jóvenes y mujeres de la Escuela Técnica, capacitadas, se sentirán realizadas y encontrarán un trabajo digno. Pronto, muy pronto… los niños y niñas de las Ollas de Soya superarán la subnutrición y crecerán haciéndose fuertes e inteligentes. Pronto, muy pronto… las niñas y adolescentes de Casa Hogar sanarán sus heridas y seguirán desarrollándose sin violencia. Pronto, muy pronto… las comunidades campesinas gozarán y participarán de una vida digna por encima de toda desigualdad. Pronto, muy pronto… las Comunidades Eclesiales de Base dejarán de ser renuevo, dando lugar a toda una sociedad nueva y una Iglesia renovada, de hombres nuevos y mujeres libres. Y volviendo otra vez con Pedro Casaldáliga… ¡Ahora! ¡Ya! El Reino de Dios avanza y, nosotros y nosotras vamos en él, caminamos haciendo historia, historia de los y las humildes de nuestro mundo. No dejemos de caminar, de soñar despiertos y despiertas… Vivamos de Esperanza.


Para ir terminando, mediante otras tantas palabras que serían siempre insuficientes para describir lo que el alma siente, como diría Julio Cortázar, pero que se acercan y me ayudan a seguir compartiendo con ustedes lo que siento. Hace unas semanas me reencontré, casi de casualidad, con estas líneas que escribí justo antes de llegar a Nicaragua hace más de dos años, ahora son de mayor agradecimiento todavía; habiéndolas adaptado para este momento:


“Gracias… Tú ya sabes lo que siento, antes que te lo cuente.  Conoces mis luces y mis sombras. Lo conoces todo de mí mientras que yo no dejo nunca de preguntarme quién eres y lo que quieres de mí. Conoces mis agobios y preocupaciones, al mismo tiempo aquello que me hace soñar. Siento que en muchos momentos tus sueños y los míos coinciden. Son los que me llevaron a este tiempo y espacio que hemos compartido juntos en Nicaragua.

Es imposible reducirte a palabras, pero si tuviera que hacerlo, diría que eres PRESENCIA. Una presencia que todo lo puede y, en la que sobre todo te manifiestas con amor, con compasión, desde lo pequeño e insignificante de cada día para muchos. En la que no dejas de hacerte presente en el camino de mi vida y lo haces no solo de mi familia, sino también de mis amigos y amigas, que en este tiempo se han multiplicado, ahora ya por América; mostrándome que la solidaridad y la justicia no entienden de fronteras.  


Juntos nos hemos comprometido, alegrado, reído, trabajado, luchado, cansado, ofuscado, en algún que otro momento, enojado, perdonado, amado, llorado, mojado, sudado, cocinado, bailado, jugado, pintado… sencillamente, entre otras tantas cosas más, hemos vivido.  Y lo seguiremos haciendo porque creemos en un mundo más Tuyo. Donde se haga más presente y visible tu Reino, siempre de Justicia, de Paz, Amor y Verdad.
 
Gracias, Jesús, amigo y compañero de jornada, porque durante todo este tiempo también me has ayudado a conocerme mejor.  Y me llevas a comprender el mundo y la vida con otros ojos. Porque en estas últimas semanas has ido convirtiendo mis miedos en tranquilidad y confianza. Sigue regalándome, a tu modo, paciencia, sencillez y apertura de corazón; para poder ser así más sensible y seguir aprendiendo todo lo que me tienes preparado, y ya estoy recibiendo.
 
Ayúdame a estar siempre al servicio y que allí donde esté sepa seguir anunciando tu Palabra y denunciando la injusticia, pudiendo colaborar con vos a liberar a los oprimidos y oprimidas de nuestro mundo, donde me encuentre, sabiendo acompañar a los que más sufren. 
Porque creo en ti y sé que te encarnas especialmente en quien más lo necesita. Ayúdame a seguir reconociéndote aún más a través de las personas que seguirás poniéndome delante. Como siempre gracias por todo, por el regalo que me has hecho, por tanta vida regalada y entregada en este rinconcito de tu América, tan tuya, tan nuestra, que ahora la siento mía.” Agradecido siempre. Pablito.


jueves, 26 de febrero de 2015

Mural Samaritanas


Allá por diciembre, antes que se fuera Cynthia y aprovechando la visita de Judith, nos terminamos de lanzar a la piscina, de pintura, que suponía realizar un mural, las cuatro paredes de una de las salas de Samaritanas. Pensando que se podía reaprovechar para los grupos de talleres de los más pequeños, especialmente el grupo de estimulación temprana y el de niños/as de 7 a 10 años. Después se fueron sumando otras manos amigas del Proyecto que de una u otra forma colaboraron también con pintar aquí o allá cada parte de la sala.


Un poquito antes habíamos preguntado a los niños/as y a las mujeres que suelen llegar con regularidad a los talleres, cómo se sentían en el Proyecto y cómo lo representarían haciendo un dibujo. En muchos de los dibujos que nos entregaron aparecía una casa, un árbol o un corazón. De una forma u otra interpretamos que para ellas y ellos, Samaritanas supone un espacio de protección. Una de las participantes comentó que para ella Samaritanas es como un árbol y que las mujeres son los frutos de ese árbol.


La explicación e interpretación que realizo es la combinación de sus aportes con los que personalmente me imaginaba y plasmábamos mientras realizábamos el mural, no teniendo que coincidir en su totalidad con el significado último de todos/as los que colaboraron. Pero sí al que para todos/as nos pareció bonito dándole cada uno/a, posiblemente con sus palabras, su propio significado. Es lo que tiene el arte. De este modo nos pusimos en camino y poco a poco, entre rato y rato de trabajo y algún que otro día de vacaciones, le fuimos dando forma al dibujo y la pintura.


De ahí que en la pared principal de la sala dibujáramos un gran árbol donde sus frutos eran corazones. Y las hojas son las manos de algunas de las personas que colaboramos en pintar el mural, con las manos de los niños/as, adolescentes y mujeres de los talleres. Sus huellas no podían faltar. De ese árbol prenden dos chinos (o columpios) donde hay dos niños jugando tranquilamente. Queríamos de esta forma que se reflejara de alguna forma la igualdad de género en la participación, en este caso de la recreación; y al mismo tiempo una referencia a la naturaleza mediante dicho árbol.


Árbol al que se le puede apreciar una pequeña semilla adentrada en la tierra… “¿A qué puedo comparar el Reino de Dios? ¿Con qué ejemplo puedo ilustrarlo? Es semejante a un grano de mostaza… que se sembró en un jardín. Creció y se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se refugiaron en sus ramas.”  (Lc. 13, 18-19).


Y casi a la sombra de ese árbol, a ambos lados del mismo, en esa misma pared también se pueden encontrar dos niñas. Una leyendo, haciendo referencia al derecho de las niñas a la educación. Y otra jugando con un barrilete (o cometa), que se eleva entre las nubes hasta casi tocar el sol, pudiendo representar de esta forma todas las ilusiones, esperanzas y sueños “despiertos” de las niñas/os y mujeres de Samaritanas.


Entre ellas unas mariposas, otro de los símbolos para el Proyecto, ya que muchas de las mujeres que llegan a Samaritanas lo hacen con toda su fragilidad a flor de piel, vulneradas y violentadas, sobre todo en su autoestima y afectividad. ¿Puede haber algo más frágil en la vida de cualquier ser humano que su afectividad herida? Son como mariposas de alas rotas, como canta Katia Cardenal. Desde que llegué no ha habido día en el que no haya dejado de ver mariposas, ya fueran de verdad, pintadas, en unas chapas (pendientes), en un vestido, etc.


Siguiendo a esa pared podemos encontrar en las dos ventanas, en una el sol que ilumina toda sala, y apoyada en la otra un arco iris, tratando de transmitir armonía. Y es que en medio y después de la lluvia y la tormenta, de los problemas y dificultades, siempre esperamos que salga el sol y aparece el arco iris. En medio de tanta violencia, no podrían faltar representadas de alguna forma, así, su lucha y ganas de salir adelante. Esperar contra toda esperanza.


Simbolizada también por esta planta que surge de la magma seca del volcán, centro de esa misma pared, de la cual ya solo hacen erupción unas inofensivas vocales. Y como se dice popularmente: Nicaragua, tierra de lagos y volcanes. Esa parte en negro se ha pensado al mismo tiempo para que las niñas/os puedan pintar con tiza, estando preparado para ello.


En estas dos paredes aparece reflejado el día, en las otras dos de la sala, quisimos reflejar la noche, coronada por la luna y las estrellas. En esta parte aparecen reflejadas las casas, algunas con la luz encendida, todas habitadas y en las que al mismo tiempo no hay necesidad que ninguna mujer necesite salir de noche a la calle a buscar cómo ganarse la vida siendo violentado su cuerpo.


Y en medio de la noche, a la luz de esa misma luna, un pozo… No podía faltar en Samaritanas… “Jesús, cansado por la caminata, se sentó al borde del pozo… Fue entonces cuando una mujer samaritana llegó a sacar agua, y Jesús le dijo: dame de beber… La samaritana le dijo: ¿Cómo tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana? Jesús le contestó: Si supieras quien es el que te pide de beber, tú misma le pedirías agua viva y él te la daría. Ella le dijo: Señor, no tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo. ¿Dónde vas a conseguir esa agua viva?... Jesús le dijo: El que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré nunca volverá a tener sed.” (Jn. 4, 6b-14a).

lunes, 16 de febrero de 2015

Educación


“Este es mi pasaporte para salir de la calle, me voy a comer esa radio”. Palabras de una de las mujeres mientras hacíamos su solicitud para una de las becas técnicas en la carrera técnica de computación. Con su mirada clavada en mis ojos me contaba llena de ilusión las ganas que tenía de formarse para trabajar en una radio de mujeres de su localidad fuera de Managua.


Y es que hablar de inicio de año es hablar de inicio de curso en Nicaragua, comienzan en febrero la primaria y secundaria de las escuelas públicas, así como muchos cursos de capacitación técnica. Y así en Samaritanas el trabajo se multiplica recepcionando las muchas solicitudes de las mujeres que quieren aprovechar becas escolares para sus hijos/as, consistiendo en un apoyo en los útiles y uniforme escolar; o bien, en la posibilidad de estudiar una carrera técnica ellas mismas o sus hijos/as adolescentes o jóvenes.


Hay veces que la pobreza en la que viven las mujeres les lleva en ocasiones a no saber la talla de ropa que utilizan sus hijos/as o ponían tallas diferentes a la de los uniformes escolares. ¿Cómo es posible? Nos preguntábamos, pero algo muy normal cuando nunca han comprado ninguna prenda en una tienda, prestando ropa y comprando por comparación al montón en las famosas pacas, donde se vende la ropa defectuosa o de segunda mano que no quieren en los EE.UU.

Posiblemente este apoyo ha hecho también que las mujeres en situación de prostitución, que tienen hijos y solicitaron la beca escolar, no hayan tenido que salir a la calle durante varias noches pensando en cómo conseguir el dinero para el material escolar de sus hijos/as. Y qué alegría al comenzar nuestros talleres cómo muchos de los niños/as y adolescentes se mostraban alegres porque ya iban a comenzar la escuela o también poder aprovechar una carrera técnica en computación, belleza o repostería. De igual modo las adolescentes de Casa Hogar lo manifestaban en el taller que realizamos en relación a la educación como un derecho y una oportunidad, antes de entregarles sus materiales escolares y técnicos.


Posiblemente este año ha sido uno de los que más becas se estén facilitando y acompañando desde Samaritanas. Más de 140 becas escolares y más de 30 técnicas. En gran parte financiadas por Entreculturas y Profesionales Cristianos de España. Aunque por otro lado no deja de ser un quebradero de cabeza del que ya estamos saliendo para ajustar, y hasta a veces multiplicar el material para llegar a cuántas más familias mejor. Es sin duda una gran alegría que las mujeres, y especialmente sus hijos/as, pueden contar con este fundamental apoyo. Y es que hablar de becas es hablar de oportunidades, en definitiva, al mismo tiempo es apostar y comprometerse por la educación, es hacerlo por una vida digna para todos y todas. Como decía una campaña que apoyó hace unos años Samaritanas: “Con salud y educación sí tengo chance”.


“Lo único que puedo dar a mis hijos es la educación. Les podrá faltar de todo pero espero que siempre pueda tener para la educación de mis hijos. Solo quiero que salgan adelante, es todo lo que puedo esperar”. Estas son las palabras que me decía, en la primera entrevista, una de las mujeres que estaba llegando a Samaritanas hace un par de semanas.

Así llegó de la mano de su hija de 10 años, a quien conocí caminando por las calles del barrio del Proyecto. Preguntándome ella si podía venir a los talleres, ya que había escuchado a otras chavalas de su barrio hablar de los mismos. Invitándole a llegar antes con su mamá para poder conocernos. Cuando llegaron comenzamos a hablar, invitando a su hija a dibujar y pintar en otra sala, ella me empezó a contar como era su familia, como hacía para salir adelante y cómo se sentía.  Me dijo que ella no era una soltera ni separada, sino una mujer “sola”; al no contar con el apoyo del padre de sus cuatro hijos, entre los 3 y 12 años de edad. Como muchas mujeres nicaragüenses. Saliendo adelante, por decirlo así, con lo poco que gana lavando y planchando, sin haber llegado a terminar la primaria.

En el desarrollo de esa primera entrevista, escuchándola, me decía que nunca había compartido con nadie mucho de lo que estaba contando, de sus preocupaciones, de sus problemas. Ni siquiera con su madre o hermanas. “Si quiere, siéntase libre de poder hacerlo en este momento…” Recalcando su soledad nuevamente de una u otra forma. Desahogándose entre lágrimas como se sentía. Fue entonces cuando su hija salió con diferentes hojas de la sala contigua, interrumpiéndonos nos mostró lo que había pintado, entregándole uno de sus dibujos a su madre en el que decía: “Te quiero mamá”. Mirando a su hija, entre lágrimas, le sonrió… “Parece que no está sola… Amiguita, sabes que tu mamá tiene cuatro tesoros”… Respondiendo la pequeña: “Somos sus cuatro hijos”. Dándose entonces las dos un fuerte abrazo y un beso. Algo nuevo está naciendo, de verdad, ¿no lo notáis? (Is. 43, 18-19).

lunes, 9 de febrero de 2015

Dejarse llevar


Todavía recuerdo cuando llegué muy bien acompañado a Nicaragua por mi amigo Enrique. Lo hacíamos por carretera después de haber estado por unos días conociendo algunos lugares de El Salvador. Especialmente aquellos por los que más anduvo Mons. Romero, profeta y mártir de toda América Latina, próximamente beatificado por Francisco. Qué gran testimonio para este caminar de estos dos años, alimentados con la vida compartida especialmente en las CEB`s y su (nuestro) Proyecto Samaritanas, con las mujeres, niños/as y adolescentes.


Después de dos años, recién cumplidos, qué difícil se hace pensar en marcharse después de tanto vivido. Puesto que ya el 11 de marzo regresaré camino a España. Y aunque ganas no me faltan por la alegría al mismo tiempo de poder reencontrarme con mi familia, amigos/as y así con otras personas que me seguiré encontrando por el camino; así como compartir lo vivido y recibido, desde lo cotidiano. Me cuesta pensar que tengo que despedirme de tantas personas, especialmente de las más cercanas, tener que separarme. No lo haría, pero no puede ser de otra manera. Siento que mi tiempo en Nicaragua se va terminando, y por eso siento que se me parte el corazón en sentimientos encontrados. Como me decía Arnaldo, sin duda, es un tiempo trabajoso en este sentido. Pero no por ello quiero dejar de disfrutar un solo momento, compartiendo y dando gracias por tanto recibido, que es mucho. Quiero seguir dejándome llevar...

Cuando llevaba varios meses de haber llegado, con la visita de Mari Cruz, sentía que me estaba costando adaptarme a esta realidad. Su consejo fue el de dejarme llevar, que la vida fluya. Actitud absolutamente necesaria para vivir más ligero, más libre. En definitiva siento que se trata de una cuestión de confianza y desprendimiento al mismo tiempo, sintiéndose uno feliz con lo que tiene y cada día le regala. Así he tratado de vivirlo y conseguido en muchos momentos, algo no fácil en otros tantos, sobre todo por mi tendencia al perfeccionismo y a querer controlar lo que llevo entre manos. Siento que es una aprendizaje muy importante para esta experiencia VOLPA, que más que experiencia es vida compartida. Actitud para toda la vida, y qué bueno que sea así también, para poder seguir creciendo... No a lo alto, sino por dentro, en todo aquello que nos ensancha un poquito más el corazón. Y como Bene compartiría seguro...


Otra amiga me decía hace tiempo, antes de marcharse también, que estos momentos son como cuando se va apagar una vela encendida. Al ver como se consume podemos tomar la actitud y no dejar de pensar que se va acabar esa luz. O por el contrario disfrutar mientras tanto de su luz y calor mientras dure. Sabiendo al mismo tiempo que esa luz no se apaga en este tiempo sino que siempre irá conmigo, para no sólo quedar en mí. "Un fuego que enciende otros fuegos". Todo este tiempo ha sido más que intenso en el que hemos ilusionado, reído, llorado, enamorado, enojado, apasionado... En definitiva, como decía antes, hemos vivido. Y hablo en plural porque la vida solo puede ser compartida, es así cuando cobra un sentido mayor aún, es Palabra viva. Y como diría el lema de una compañía telefónica: "La vida, compartida es más". Son ya muchas las muestras de cariño y agradecimiento las que siento, que en las maletas no cabrán, solo en el corazón. "... Y el corazón lleno de nombres" y es que "vivir es ir poniendo el corazón, es ir poniendo un pie detrás del otro", como diría Pedro Casaldálida.


Hace meses alguien muy cercano me decía que no perdiera nunca el norte, más bien conforme ha ido pasando el tiempo siento que lo que no hay que perder es no solo el norte, sino más bien el sur. Ese Sur que está extendido por más de tres cuartas partes de nuestro mundo explotado, pero que también está presente en todo lugar. También en las periferias de todas las ciudades de lo que llaman "primer mundo", es ese "cuarto mundo". ¿Pero cuántos mundos hay? No perder ese Sur es la opción por lo que reconoce nuestra dignidad de todos/as sin excepciones. Es siempre el compromiso por quienes menos oportunidades han tenido y siguen sin tener... por la fragilidad, lo pequeño, lo débil de nuestro mundo... lo que nos hace más humanos/as. Lo que hace que creer, comprometerse y vivir por ese otro mundo sea posible, que la realización del Reino se abra paso desde lo insignificante para muchos. 

Y hablando de dejarse llevar... aquí comparto con vos este poema de Miguel Ángel Mesa que compartió conmigo también una persona especialmente, creo que se refleja muy bien lo que puede llegar a significar y seguramente lo exprese mejor que mis palabras ; )

Cada Momento que vives es una llamada
a experimentarlo y hacerlo en carne propia
a metabolizarlo, a recibir su enseñanza, su tarjeta de visita.
A veces aparece un rostro triste, doloroso, pertinaz
y cuesta comprender el mensaje,
hay que leerlo diseccionándolo.
A veces llega radiante con la sonrisa franca y los brazos abiertos.
Entonces hay que gozar a tope sin miramientos.
Y, a veces, viene sereno, suave, tenue, delicado como una brisa.
Como la dulce costumbre de cada día.
Entonces hay que dejarse invadir, contemplarlo, callar, 
dejarse llevar manejando, no obstante, tu mismo timón.
Son todos y cada uno de los momentos de la vida 
los que te invitan a gozar a ser sencilla, profundamente,
un hombre, una mujer.