Durante mi primera semana en Managua, Nicaragua, no puedo ocultar mi extrañeza fruto de tanto contraste que encuentro por allí por donde estoy o paso. Hay tantas cosas diferentes, ¡tantas novedades! Aunque el único nuevo aquí soy yo. Pero dentro de esta desubicación en la que me encuentro en muchos momentos, no puedo dudar de la acogida, simpatía, cercanía de todas las personas que estoy conociendo. Todas ellas me hacen sentir como si llevara más tiempo por aquí. Siempre tienen una sonrisa.
En esta entrega quería presentaros un poquito las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), las cuales me acogen en Managua. Donde principalmente podría llenar ya de muchos nombres de personas que he conocido, las cuales conforman no solo barrio, comunidad; sino también iglesia.
Este tipo de comunidades cristianas surgen en Brasil, Perú,
Panamá en los años 1960 y en Nicaragua en el año 1979, consolidándose en los
años 1980. Fundamentándose en la teología de la liberación para su opción y compromiso de las personas y grupos más vulnerables de los lugares en los que están. Una de sus mayores referencias, además del evangelio, es el testimonio de Mons. Oscar Romero (del cual hicimos referencia la semana pasa y otro día os contaré centrados únicamente en él).
Las Comunidades
Eclesiales de Base en Managua, en los años 90, frente a la crisis económica y
social que enfrenta en esos momentos el país, crea diferentes Proyectos Sociales: Natras, como apoyo a niños y adolescentes trabajadores; Escuela técnica, donde se imparten cursos y formación técnica para aprender un oficio; Escuela hogar, donde se acogen a niñas y adolescentes que son víctimas de violencia o abusos sexuales por parte de su familia; y Samaritanas (en el cual estoy y os contaré más detenidamente más adelanta también), siendo uno de estos cinco proyectos creado en 1995.
Pero las Comunidades no son únicamente un puro activismo, sino que estos proyectos son el fruto del compromiso y la acción, fruto de la reflexión y oración. También hay otros grupos que se ocupan de la incidencia política para defender los derechos humanos, así como del cuidado de los jóvenes.
Cada localidad tiene diferentes comunidades, las cuales no solo se organizan para hacer un análisis de la realidad, sino también para compartir su fe y desde la misma enriquecer dicho análisis como su compromiso encarnado en quienes más lo necesitan. En estos días ya me han acogido en la comunidad de mi barrio "Valledulce", y en la cual pude compartir un poquito como me sentía en mi recién iniciado proceso de adaptación. En lo que Leonel, me respondió: "Ahora eres como un niño a gatas, pero tranquilo, ya aprenderás a caminar". Confio en que será así, para que podáis andar conmigo también por aquí.