¡Qué casualidad la de hoy domingo de ramos! También día de Monseñor Oscar Romero, muy celebrado por aquí (24/03/2013). Uno de los mayores estandartes que ha tenido la justicia social en el siglo XX. Su asesinato, martirio, coincide este año con la celebración de este domingo en el que se recuerda cómo Jesús entró en Jerusalén para pasar sus últimos días, haciéndolo encima de un burro prestado y siendo adorado por los pobres de su tiempo. Las palmas de ramos se han juntado e identificado con las del martirio.
En
las CEB de la región de Managua, nos hemos juntado con tal motivo. A mi comunidad
le tocó preparar una exposición sobre su vida. También pude colaborar saliendo
en una pequeña obra de teatro que prepararon los jóvenes de las comunidades
sobre Mons. Romero. Y después participar en la Eucaristía. A continuación
quería dejaros algunas líneas sobre su persona, la cual conocía pero ahora
admiro todavía más.
Cuando
el papa nombró a Oscar Romero arzobispo de San Salvador, los poderosos se sintieron
seguros. Hasta entonces se le había visto como conservador y amigo de los ricos.
Y así se pensaba que seguiría. Sin embargo, Romero cambió diametralmente
convirtiéndose en amigo y defensor de la gente pobre y oprimida. Denunciando en
sus homilías las injusticias de los más poderosos, los asesinatos y masacres.
Mons. Romero defendió las demandas del pueblo y su derecho a organizarse. Fue
mediador en numerosos conflictos y defendiendo los derechos humanos a través
del evangelio. Su palabra se convirtió en la “voz de los sin voz”.

Hoy
día en muchos rincones de Latinoamérica (sobre todo en las CEB’s, realidad muy
querida y sufrida por Mons. Romero), como en otros lugares donde la opresión
del sistema lleva al sufrimiento de miles de personas, se le adora como un testimonio
vivo del amor de Dios por la dignidad humana. Su mejor ofrenda (cuando fue
asesinado) fue la entrega de su vida hasta las últimas consecuencias. Comprobando
las palabras que pronunció él mismo: “Si me matan resucitaré en el pueblo”. Con
Mons. Romero se cumple que “jamás se podrá llamar muertos a los que entregaron
su vida por la vida”.
¡¡VIVA
SAN ROMERO!!
(Aunque todavía no sea
santo, así lo sentimos por aquí).