Este
fin de semana pasado tuve la oportunidad de visitar la isla de Ometepe,
conjuntamente con mi compañera Pilar de Entreculturas y con mi amiga Alicia.
Pudiendo disfrutar juntos de tres días en este paraíso natural. El cual ha sido
desde antaño cuna de viejas civilizaciones. Isla que emerge en el lago
Cocibolca (también llamado Nicaragua), siendo uno de los más grandes de todo el
continente. Estando constituida principalmente por dos volcanes: el activo
Concepción y el dormido Maderas. De hecho, Ometepe en náhuatl, quiere decir dos
cimas. Su belleza escénica de esta gran isla de agua dulce, la ha llevado a ser
propuesta como una de las Maravillas de la Humanidad.
Salimos
el sábado por la mañana pudiendo agarrar el ferry que conecta la localidad de
San Jorge con la isla de Ometepe. Mientras nos íbamos acercando más y más
presentíamos lo exuberante de la naturaleza que alberga. Al llegar al puerto de
Moyogalpa, nos trasladamos en el bus local hasta las cercanías de otra
localidad llamada San José de la Isla; donde se encontraba nuestro alojamiento,
a orillas del lago y al lado también de la laguna de Charco Verde. Pudiendo
almorzar y sobre todo descansar, para más tarde darnos tranquilamente un baño
en el lago y un paseo.
Al
día siguiente, madrugando un poquito más que de costumbre, nos fuimos a
desayunar a Finca Magdalena, una antigua casa dedicada a la producción de café.
Desde allí se iniciaba la ascensión al volcán maderas, la cual hicimos hasta la
mitad, debido a la falta de tiempo y a la cantidad de barro que había en la
parte alta. Por lo que dedicamos cuatro horas a adentrarnos en plena
naturaleza, pudiendo reconocer diferentes especies vegetales y animales, entre ellas el mono aullador y el capuchino.
Llegando
la hora de almorzar fuimos a la playa de Santo Domingo, allí además de comer
pudimos disfrutar de sus olas. Conociendo así otra cara espectacular también de
la isla.
Descansando
al mismo tiempo de nuestro paseo matutino, nos fuimos después a Ojo de Agua:
una cristalina piscina natural de agua que procede del volcán. Allí nuevamente
pudimos comprobar la altura de algunos de sus árboles superando los 30 metros
de altura, siendo al mismo tiempo observados por los monos aulladores que
campaban a sus anchas por las ramas. Pensábamos que en cualquier momento iba a
salir por allí Tarzán. Sin embargo quien salió a nuestro encuentro fueron las
hormigas balas, sintiendo uno de sus picotazos, mientras que subíamos a otro
mirador contiguo a Ojo de Agua. Menos mal que el coco que nos tomamos ayudó a
olvidarnos de este pequeño y gracioso percance.
Más tarde ya nos
volvimos para ver atardecer en la zona que nos hospedábamos. Aprovechando a
descansar todo lo posible esa noche hasta el día siguiente, que emprendimos el
camino de vuelta a casa conforme habíamos llegado hasta este entorno
paradisíaco. Un lugar que nos ayudó a desconectar de nuestro trabajo de cada
día. ¡Una pasada, dónde su belleza se escapa a lo que pueden capturar nuestras
cámaras!
Qué sitio tan espectacular, lejos quedan los buses, el ruido y el caos de Managua. Espero que lo disfrutaras mucho. Un abrazo,
ResponderEliminarAna
¡Gracias, Pablo!
ResponderEliminarMuchas gracias por seguir compartiendo tus experiencias y las fotografías de esos lugares tan maravillosos.
Ánimo y adelante.
Un abrazo,
asunc
Vaya con las hormigas bala!!! Qué puñeteras las tías, bueno hay que pagar un precio por meterse en esas selvas y en esos lugares tan preciosos, tan verdes y tan llenos de vida. Menos mal que con los cocos, todo se pasa y todo se alivia. Son como cantimploras gigantes!!! Cuánto don repartido en la naturaleza. Las fotos son preciosas y se te ve feliz, me alegro mucho. Sigue disfrutando de esas playas tan vacías... como las de aquí!!! Ya estamos con que no se cabe un alfiler en las playas de aquí, pero bueno, todo sea por... el turismo? levantar la economía del país? vaya usted a saber!!
ResponderEliminarVenga, un beso y un abrazo grande.
Fer.