martes, 28 de octubre de 2014

Rancho Grande


Llama poderosamente la atención cómo un pueblo con sus escasos recursos está unido y organizado luchando por la defensa de la vida de su comunidad y de la Madre Tierra. Como diría Mons. Romero: “Porque un Pueblo desorganizado es una masa con la que se puede jugar, pero un Pueblo que se organiza defiende sus valores, su justicia, es un Pueblo que se hace respetar”.


Nuestro Festival Ecológico quiso unirse a esta resistencia, para alzar la voz conjuntamente en contra de esta injusticia. Como decíamos en uno de nuestros lemas: “Porque creemos en el Dios de la vida, luchamos por la vida”. Y lo hicimos de forma pacífica, sin amenazas, como las que sufren hasta de muerte los líderes comunitarios de Rancho Grande. Primero con una vigilia cultural con un sin números que querían representar de forma creativa y de denuncia lo que está pasando. Pudiendo también ser entrevistados por una pequeña radio que tiene la comunidad, en la Iglesia católica, siendo como una pequeña ventana al mundo que les ayuda a alzar su voz cuando precisamente se les limita el ejercicio de sus derechos.


Todo esto bajo el agua, porque no cesó de llover en todo momento. Al día siguiente, 12 de octubre, se celebró la Eucaristía encarnando lo que está viviendo el Pueblo de Rancho Grande, pudiendo compartir y celebrar nuestra unión y resistencia frente esta injusticia y cómo la Iglesia se posiciona al lado de los más pobres, en el lugar que verdaderamente le corresponde.



Inmediatamente después hubo una concentración a las puertas de la Iglesia proclamando las diferentes proclamas en contra de la minería. Comprobando como cada vez llegaban más personas, incluso campesinos que caminaron casi cuatro horas porque no les querían dejar llegar al núcleo de Rancho Grande. Llegando a ser más de 2000 personas las que nos reunimos y salimos a las calles del municipio.


“¡No a la minería de muerte, sí a la vida!” Este es el sentimiento, sin miedo, que nos encontramos en Rancho Grande. Toda una comunidad unida y organizada que nos recibió con los brazos abiertos. Tanta fue su gratitud para con nosotros/as que nos ofrecieron todo lo que estaba en su alcance, desde todos los tiempos de comida hasta abrir las puertas de la Iglesia para poder dormir en sus bancas. Hasta nos entregaron antes de irnos sacos llenos de diferentes frutas. Desde lo poco que tienen nos dieron de lo que es suyo, no de lo que les sobra.


Hace 500 años fueron los españoles, después lo intentaron los ingleses y estadounidenses, hoy en relación a esta cuestión son los canadienses… entre otras multinacionales. Mañana, si los nicaragüenses no resisten, serán los chinos con su gran canal ya proyectado sobre Nicaragua. Para qué la cooperación para el desarrollo de los pueblos, ¿no es de hipócritas quitar el pan a un pueblo para después brindarle las migajas? ¿Qué mundo queremos?



Como nos decía el sacerdote de Rancho Grande: “No podrán comprar nuestras conciencias, nuestra dignidad, nuestra vida… Alcen la voz, cuenten al mundo entero lo que está pasando aquí.” ¿Puede haber algo más indecente que comprar la vida de los más pobres? A veces pienso que los que pertenecemos a las sociedades del consumo y la sobreabundancia ya nos vendimos hace mucho tiempo. No podemos seguir callando, acomodados/as en nuestro individualismo y consumismo, durmiendo nuestras conciencias y corazones, siendo indiferentes ante tantas injusticias que hay en nuestro mundo. “Buscad el Reino de Dios y su justicia, lo demás se os dará por añadidura.” (Mt. 6, 33)

2 comentarios:

  1. excelente aporte! deben seguir capacitando al pueblo para que se haga fuerte y saque su voz para defender lo que les queda, la tierra...

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  2. Saludos por estos lares Magyolene!! Un fuerte abrazo, nos vemos pronto reciclando el mundo ; )

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