Esta
semana ha estado marcada sobre todo por el dolor, en primer lugar por el
sufrimiento con nombres y apellidos, de las mujeres y sus hijos que acompañamos
en el Proyecto Samaritanas. Al cual no parece uno acostumbrarse, sino que
conforme pasa el tiempo me abre más los ojos ante la realidad tan vulnerable. Y
ante la cual hay momentos en los que siento una profunda limitación e
impotencia ante tanta violencia.
Pero
sobre todo este dolor que trato de integrar en mi vida de la forma más humana y
ecológica posible, para así poder acompañarlas de la mejor manera posible. Con
el mayor amor que pueda dar y recibir con mi presencia diaria, empezando a abrirme a una nueva confianza que nunca antes había experimentado. Se ha sumado el
fallecimiento de mi abuela Pepita, la cual me ha acompañado siempre desde que
nací.
Como
comentaba hace ya unas semanas, decía que me sentía limitado por
otras cuestiones, entre las cuales sentía la lejanía en momentos como este. La
cual parece que incrementa el sufrimiento por no poder estar a su lado, ni con
el resto de la familia. Ya que me hubiera gustado estar presente físicamente,
pero la distancia me lo impedía. Es un desgarro que bien conocen las personas
que son migrantes y han vivido situaciones similares.
El
consuelo que tengo, al hablar con mi familia y compartir conmigo estos
momentos, es sentir que a pesar del sufrimiento tienen mucha tranquilidad por
haberla acompañado y querido hasta el último momento, pudiéndose así despedir
de ella con todo el cariño y humanidad. Sintiéndose ella serena y en paz. Dando
las gracias a los amigos/as que también nos han acompañado, especialmente a Rosendo y
Enrique. Es así como el dolor que tengo se calma a momentos y me emociono ante
el amor demostrado y sentido, también desde la lejanía. Como así decía mi
abuela cuando le leyeron la carta que le envíe con un ramo de flores (que mi
madre compró). “Pablo está presente, siempre lo está y lo hace con detalles
como este”.
Este
dolor cobra un sentido nuevo al fundarse al dolor que empezaba compartiendo, ya
que siento que estoy en el lugar que me toca estar. Cobrando el único sentido a mi distancia, en cómo mi dolor se transformará seguramente en una mayor entrega en
el acompañamiento del sufrimiento y luchas de las mujeres, niños/as y
adolescentes.
Comparto
con vosotros/as, mis amigos y amigas, el final de la carta que le escribí a mi
abuela: En estos momentos me
encantaría poder estar a tu lado, poder abrazarte y acariciar tu mano. Sólo
puedo rezar por ti, sintiéndome más cerca. Sabiendo, como decía, que no es una
despedida sino un hasta pronto. Pero no quería dejar pasar esta oportunidad
para agradecerte una mínima parte de todo lo que me has dado. Debido a que
sería imposible de decir no solo en estas líneas, sino también por muchas hojas
que escribiera. De hecho, que seguro, no vas a dejar de seguir queriéndonos,
así lo siento, ahora todavía más pudiendo descansar en la presencia de Dios.
Cuidando del abuelo, que siempre ha estado a tu lado; de tus hijos, como de tus
nietos. Porque terminarás de abrir tu corazón y en él estarán nuestros nombres.
Nos volvemos a ver nuevamente, abuela. No me olvido y rezo por ti, tratando de
estar también cerca de Dios a través de las personas que me pone al lado en
estos momentos. Eternamente agradecido, abuela.
"Aquí paz y allá gloria" solemos decir, (ya no se ni en qué circunstancias), pero te la aplico a ti, y a tu familia, terrena y celestial. Aquí paz, en vuestro Corazón, que no quita las lágrimas, y ella acompañandote-os desde la Gloria del Resucitado.
ResponderEliminarUn abrazo grande Pablo.
Pablo..
ResponderEliminarun abrazo enorme..me ha gustado mucho la foto de tu abuela, tenía que ser una mujer bien especial.
Cuidate mucho.
Lourdes (Entreculturas)
Estem amb tu, company!
ResponderEliminarQue l'esperança del Senyor Ressuscitat ens ajude a viure des de l'amor. La iaia està en bones mans, i tu també, com sempre.
Gràcies pel teu compartir.
Ànim, força i endavant!
Animo, un abrazo grande, de verdad mucho ánimos Chele. Este fin de semana también ha muerto un profesor al que yo quería como un padre, y tengo presente a tu abuela y toda tu familia. ANIMO. Gerardo
ResponderEliminarUn abrazo grande, Pablo. ¡¡Ánimo!!
ResponderEliminarCuenta con nuestro recuerdo en la oración.
Con cariño,
asunc
Un abrazo Pablo, recordaré a tu abuela en la Eucaristía de hoy. Ánimo y adelante.
ResponderEliminarPedro Juan.
Un abrazo muy fuerte Pablo. Siento lo de tu abuela. Mucho ánimo. Nuria
ResponderEliminarHola Pablo:
ResponderEliminarBonitas palabras y mejores sentimientos para una persona querida y significativa en tu vida, como es tu abuela. Quizá lo más impactante es el contraste interior de estar lejos, no poder venir a darle tu adiós y podre compartir con tu familia la pérdida..., y todo ello -al mismo tiempo- vivirlo desde una realidad en la que las pérdidas, los encuentros y las nuevas vivencias circulan por ti interior, relativizando, priorizando y poniendo orden en tantas cosas..., en fin, toda una experiencia.
Un fuerte abrazo Pablo, con mis mejores deseos desde este alicante "festivo" de hogueras...
Querido Pablo: En Asti,siempre te añoramos,ya lo sabes, pero esta última semana especialmente te hemos tenido presente,sabiendo que en la distancia nuestro cariño y nuestra oración también te sotiene y acompaña.Te queremos
ResponderEliminarUn fuerte abrazo. Carolina
Tu testimonio y fortaleza alumbran mi caminar. Gracias amigo y recibe nuestro abrazo fraterno. Gloria y Cris
ResponderEliminarGracias Pablo por la generosidad de compartir esos sentimientos tan intimos. Eres un ejemplo de sencillez y profundidad. Me siento cerca porque yo también viví en la lejanía situaciones similares. Es un gusto ver cómo creces con ellas.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, mucho ánimo
Ana
Pablo, te mandamos un abrazo enorme desde Valencia tus compañeros Josele y Amparo. Todas estas experiencias y el hecho de que las compartas nos ayudan mucho a todos, nos educas desde la lejania y nos recuerdas cosas que no debemos olvidar. Gracias por contribuir a un mundo mejor. Un abrazo .
ResponderEliminarJosele
Un abrazo muuuuuy grande Pablo, a ti y a toda la familia... Mucho ánimo con tu trabajo allí, seguro que tu abuelita te ha sentido cerca hasta el último momento.
ResponderEliminarMucho ánimo y a seguir con todo,
Angel Muñoz.
¡Cuánto cariño derramado, cuánta ternura ofrecida! He sentido mucho la muerte de tu abuela... y sentí mucho no poder acompañar a tu familia en ese momento, pues no me enteré del fallecimiento hasta pasados unos días. Pablo, sólo tengo palabras de agradecimiento a Dios por la vida de tu abuela Pepita. Siempre sentí a flor de piel su acogida cálida y su sonrisa sincera. Gracias también a ti por compartir tus sentimientos. Ánimo con tu tarea y con tu entrega. Tienes a tu abuela intercediendo por ti ante quien encarna el Amor que todo lo puede. Un beso! Veri
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